La felicidad y la infelicidad, algunas veces, están más cerca de lo que uno cree. Ésa es la moraleja del cuento musical El oso, cuyo estreno en América Latina tuvo lugar ayer a cargo de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), en un concierto a beneficio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés).

La obra es original del compositor alemán Tristan Schulze, quien decidió contar la historia de un personaje que su colega francés Camille Saint-Säens omitió u olvidó en su famosa partitura El carnaval de los animales.

Se trata del oso, pero no cualquiera, sino uno que soñaba con ser famoso y para lo cual decidió salir del bosque y probar fortuna en el circo de los humanos. Así lo hizo, logrando desde el principio convertirse en la estrella del espectáculo, gracias a la magia de su violín.

Pronto se dio cuenta de que la fama y su supuesta alegría por ella no le satisfacían e intentó regresar a su lugar de origen y con sus amigos, situación que no era tan sencilla, según vio, pues se había comprometido a seguir con el circo durante muchos años. Al final, un hecho inesperado cambia el destino de las acciones.

Con cerca de hora y media de duración, esta pieza está escrita para narrador y orquesta. En esta ocasión el papel del primero estuvo a cargo del actor Joaquín Cosío, quien ha cobrado notoriedad y fama merced sus intervenciones en películas en las que interpreta el rol de tipo duro pero al mismo tiempo entrañable, como El Cochiloco, en El infierno, cinta de Luis Estrada.

Esta es la primera ocasión que el actor participa en un hecho escénico de esta naturaleza, aunque se formó y ha hecho teatro. Antes, tuvo una experiencia similar en Zacatecas, pero en una proyección de una película durante la cual el recitaba poemas en vivo mientras la agrupación de la entidad tocaba.

Como lo fue para las decenas de niños y adolescentes que asistieron la mañana de este sábado al ensayo abierto de la OFCM, efectuado de forma previa al concierto, Joaquín Cosío disfrutó y se divirtió con esta experiencia.

En ella deja de lado esa apariencia del gandallón de la película, para transformarse, merced las impostaciones de voz que hace, lo mismo en un oso que en una ardilla, un búfalo que un empresario de circo, un payaso ruso que en una niña equilibrista, papeles que no pocas veces hacen desternillar de risa a los pequeños.

Lo anterior ocurre mientras la orquesta ambienta con sonidos y pasajes musicales muy gráficos y elocuentes cada escena y acción que el actor relata, dejando el complemento visual a la imaginación del público.

Con este concierto, la OFCM, dirigida por José Areán, concluye su temporada anual 2011. Hoy domingo será repetido en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli (Periférico Sur 5141, colonia Isidro Fabela), a las 12:30 horas.