Álvarez marcó la única anotación del partido, ampliamente dominado por los felinos
Los Guerreros se quedaron con 10 hombres desde el minuto 23 tras expulsión de Rodríguez
Viernes 9 de diciembre de 2011, p. a47
Torreón, Coah., 8 de diciembre. Al estilo del Tuca Ferretti, con el marcador justo pese a jugar durante casi 70 minutos con un hombre más, Tigres venció 1-0 a Santos Laguna en la final de ida del torneo Apertura 2011.
Conformes con el solitario gol de Damián Álvarez, los felinos se marcharon a casa con la misión de redondear la faena arropados por su público.
El conjunto de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) saltó a la cancha del Territorio Santos Modelo con la determinación a tope. Sus jugadores estuvieron concentrados al máximo y, pese a un par de disparos del ecuatoriano Christian Suárez, pronto impusieron su mejor juego y controlaron la fiesta.
La casa del dolor ajeno
, como reza el eslogan del estadio Corona, se convirtió en el sitio de tortura, del sufrimiento de la afición lagunera.
Al minuto siete el chileno Héctor Mancilla filtró el esférico hacia la Chilindrina Álvarez, quien le quebró la cintura a un sorprendido Iván Estrada y definió con tiro cruzado: Oswaldo Sánchez se estiró al máximo, rozó el balón, pero no pudo impedir la anotación en la primera ofensiva de los visitantes.
Al técnico Benjamín Galindo se le resquebrajó el esquema. Se levantó de su asiento y ya no se volvió a sentar ante el vendaval que apabullaba a su equipo.
Carlos Salcido envió un potente tiro y a Oswaldo –pese a su coraje y enjundia– le empezaron a pesar los años aunque se lanzó a la izquierda y logró desviar.
Lo único memorable que hizo Santos en el primer tiempo resultó un trallazo que impactó en el travesaño de Oribe Peralta, pero que de inmediato contestó la UANL con nueva arremetida: Lucas Lobos sirvió a Álvarez, quien centró, pero Israel Jiménez no pudo llegar a rematar. Luego Lobos puso otra vez a sufrir al atareado arquero santista.
Y como si eso no hubiera sido suficiente, más que el clima frío, lo que congeló a los aficionados albiverdes fue la expulsión de Juan Pablo Rodríguez al minuto 23.
El mediocampista guerrero encajó los tachones en la entrepierna de Manuel Viniegra y el silbante Paul Delgadillo le mostró el cartón rojo, y pese a la andanada de abucheos y mentadas todavía amonestó a Oswaldo por reclamar.
Galindo no hizo cambios de inmediato, pero si de por sí sus pupilos ya eran dominados, al quedarse con 10 hombres el dominio de Tigres fue más claro.
El esplendoroso escenario, cuyo graderío fue revisado con lupa hasta el último rincón por la Policía Federal y el Ejército horas antes del partido, se apresuró a digerir el mal trago, porque para el segundo tiempo el público se reanimó, dibujó franjas en verde y blanco en las gradas y armó alborto. Eso sí, la tripleta arbitral no se salvó de la rechifla y los insultos.
Los deprimidos Guerreros tardaron en salir para la reanudación. Galindo, dueño de la mejor ofensiva del torneo, claudicó. Temeroso de recibir un segundo zarpazo, el Maestro introdujo dos relevos: sacó a Darwin Quintero y al Guti Estrada, e ingresó a Carlos Morales y a Osmar Mares y exigió a sus hombres estar atentos en la defensa.
Los felinos comenzaron a escudriñar, a buscar los caminos hacia la meta de Oswaldo frente a unos albiverdes que apretaron marcas sin lograr despojarse del nerviosismo que los llevó a jugar al filo del reglamento, a cometer faltas y a ignorar el esporádico grito de la tribuna, el ¡Sí se puede, sí se puede!
La esquina copada por fanáticos de Tigres, que llegaron en cinco camiones a Torreón, era el rincón de la felicidad con saltos y gritos incesantes durante la recta final, y se marcharon minutos antes del pitazo final con la casi certeza de ver la coronación en Monterrey.
Un alarido de decepción al minuto 83 sacó del sopor al graderío. José María Cárdenas desbordó por la izquierda y centró para el Cepillo Peralta, quien pegó una gran zancada, pero no logró rematar.
Al final los Guerreros se volcaron al frente, convencidos de que Tigres estaba conforme con el marcador, pero entonces los felinos mostraron su habitual eficacia defensiva y se llevaron la ventaja al Volcán.
Al término del partido la porra de Tigres se lio a golpes con los cuerpos de seguridad del estadio cuando los conducían hacia la salida.