Opinión
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Los de Abajo

Nepomuceno

L

a fotografía en la que Nepomuceno Moreno Muñoz camina de espaldas al presidente Felipe Calderón, durante el encuentro que sostuvo el Ejecutivo con integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, apenas en octubre pasado, narra por sí misma una historia de horror e impunidad que se ha convertido en la cotidianidad de este país. Ese día, Nepomuceno personalmente le solicitó a Calderón medidas de protección, sin que éstas fueran otorgadas. Tan sólo 44 días después de que se tomara esa fotografía, Nepomuceno fue cobardemente asesinado.

Nepomuceno tenía 56 años, pero parecía más grande. De cabello totalmente blanco y piel curtida, expresión de permanente tristeza, aunque de mirada firme y digna, vivía con el dolor a cuestas desde que el primero de julio de 2010 fue desaparecido su hijo Jorge Mario Moreno León, de 19 años, junto con otros tres jóvenes en Ciudad Obregón, Sonora. Este hecho convirtió a Nepomuceno en activista, como a tantos familiares de los miles de asesinados y desaparecidos en esta guerra.

Nepomuceno denunció una y otra vez la complicidad de la Procuraduría Estatal de Sonora y de la policía municipal de Ciudad Obregón en la desaparición de los jóvenes. Cuando el poeta Javier Sicilia inició el Movimiento por la Paz, se unió a las protestas sin pensarlo, cargando siempre una pancarta con las fotos de su hijo y de los otros tres desaparecidos.

No podemos decir que conocimos a Nepomuceno, pero caminamos junto a él en la Caravana del Consuelo con destino a Ciudad Juárez y en San Luis Potosí ofreció a la revista Desinformémonos su testimonio: “Debemos de esperar…. no sé… que lo maten a uno. Lo que sigue es que le den pa’ abajo a uno, que lo maten porque anda pegando de gritos. Eso es todo.

“En las autoridades no encontramos respuesta, no encontramos nada. Las autoridades dicen lo mismo, es perder el tiempo, tengo pleito con ellos; me echaron a perder evidencias, videos, y aun así les resolví el asunto, pero ellos no quieren nada, porque están coludidos. La policía levantó a los chamacos y los entregó a la delincuencia. Dicen las autoridades que no pasa nada en Sonora. Son puras mentiras, esconden los muertos nada más”, declaró entonces al reportero Sergio Castro Bibriesca.

Hoy, Nepomuceno está muerto, al igual que Pedro Leyva, de la comunidad indígena de Ostula, Michoacán, defensor de sus tierras y también integrante del Movimiento por la Paz. Pedro fue asesinado el pasado 7 de octubre.

El asesinato de la gente que se atreve a gritar y reclamar, de activistas y luchadores, de los que no se conforman y que se suman a los más de 50 mil muertos por esta guerra absurda, es una señal de alarma que no puede dejarse pasar.