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El escritor presentará su libro La profecía de la memoria en la FIL de Guadalajara

No puedo ya extrañar Alemania; forma parte de mí, afirma José María Pérez Gay

El volumen reúne retratos, episodios, repasos de autores como Thoman Mann, Hanna Arendt y Martin Heidegger

El país invitado de la feria del libro rendirá homenaje al también diplomático

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Sin las historias de Joseph Roth no podría concebirme, dice José María Pérez Gay durante la entrevista con La JornadaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de diciembre de 2011, p. 5

No puedo ya extrañar Alemania. Alemania es parte de mí, afirma José María Pérez Gay (DF, 1943). Con esa pasión y su profundo conocimiento de la cultura germana, el doctor en filosofía y narrador acude este sábado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) a presentar La profecía de la memoria: ensayos alemanes, publicado por Ediciones Cal y Arena.

Se trata de un volumen que reúne retratos, episodios, repasos de autores centrales de la literatura alemana, como Hanna Arendt, Thomas Mann, Martin Heidegger, Jürgen Habermas, Peter Sloterdijk y Otto Gross, entre otros, los cuales conviven en la memoria de Pérez Gay.

–En su libro propone al lector como puerta de entrada al vasto mundo de la cultura alemana un retrato de Walter Benjamin. ¿Es este autor la entrada ideal al pensamiento alemán?

–La entrada ideal para cualquier asunto es lo que la feliz combinación del azar y la amistad convierten en tal. Como lo cuento en el libro, mi entrada a Benjamin fue a través de mi amigo Rüdiger Safranski. Eso me bastó para que me interesara en un primer momento. El resto, claro, corrió por cuenta de la inteligencia y el registro benjaminianos, de la peculiar combinación que estableció entre su gusto y aun sus manías, su curiosidad universal, los posos de mística judía, ese canto de sirenas que escuchó una vez en el mapa imposible de la modernidad y luego se dedicó a buscar para volver a perderse, más el beso fatal que le propinó el marxismo de la revolucionaria Asja Lacis que lo llevó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas” –responde el también diplomático en entrevista con La Jornada.

Selección y descarte

Fue en 1964 cuando el autor de Tu nombre en el silencio (Cal y Arena, 2000) llegó a residir a Alemania. Había estudiado ciencias y técnicas de la información en la Universidad Iberoamericana y gracias a una beca se trasladó a la República Federal Alemana, donde vivió 15 años.

Su primer acercamiento a las letras de ese país, recuerda, lo hizo con las expectativas con que un muchacho de la ciudad de México en los primeros años 60, enamorado de la poesía, deslumbrado por la obra de Freud, entusiasmado lo mismo por Elvis que por Pérez Prado, obtiene una beca improbable en un país lejanísimo de fríos polares. El resto lo hizo el idioma alemán, esa cifra elegida por la filosofía para transmitir algunos de sus más queridos secretos. Y otra vez la poesía: Hans Magnus Enzensberger, Paul Celan.

–¿Cuál es el balance que hace hoy de esos escritores?

–Realmente no puedo hacer ningún balance, pues la obra de los autores incluidos en La profecía de la memoria, así como los de El imperio perdido (Cal y Arena, 1991), son parte de mí. No podría concebirme sin las historias de Joseph Roth, sin la pasión de Arendt y Heidegger, sin la inteligencia y las preguntas de Habermas, Sloterdijk, Safranski.

–¿A qué autores dejó fuera de este gran recorrido que hace por el pensamiento alemán contemporáneo, y por qué?

–Toda escritura, ya por el hecho mismo de pasar por el inescapable proceso de corrección, implica una selección, un descarte. Claro que dejé fuera a autores que me interesan: Celan y Franz Kafka, por ejemplo, pero también y sobre todo Enzensberger, Claudio Magris. La necesidad de un autor apela más bien a la secreta empatía que establece con un lector, que se convierte en su lector hasta convertirse en un interlocutor, un amigo, un compañero para toda la vida.

–¿Cuál de todos los autores que presenta le entusiasma más?

–Me parece que Walter Benjamin, el estudioso de los pasajes parisinos, el cartógrafo de sus emociones, el tímido y melancólico hombre bajo el signo de Saturno.

La memoria, otro personaje

–Otro gran personaje de este libro, quizá el hilo conductor, es la memoria. ¿Cómo define el espíritu, el matiz de esa memoria alemana que habita en usted y que con tanta pasión ha compartido con cientos de lectores en México a través de sus traducciones de Roberto Musil, Elias Canetti y Herman Broch, entre otros?

–José Emilio Pacheco ha escrito la novela sobre lo que significó Alemania para los jóvenes de nuestra generación: Morirás lejos. Sergio Pitol levantó en clave humorística la historia de El desfile del amor con algunos de esos elementos, logrando la que hasta hoy es la mejor novela inglesa escrita en castellano.

La verdad es que para un vecino de las colonias Condesa, Hipódromo e Hipódromo Condesa, como lo fui, la convivencia con el Colegio Alemán y los inmigrantes judíos que pululaban en la sección del reloj del Parque México, el oír el embrujo del yiddisch u observar las costumbres en la salchichonería alemana de la calle Benjamín Hill a las 14 horas de cualquier día entre semana, fueron no pocas magdalenas para un lector de Proust, concluye el autor.

En primeras versiones los textos de La profecía de la memoria circularon en algunos medios, pero para esta edición Pérez Gay acudió de nuevo a todos los ensayos.

La FIL, cuyo país invitado este año es precisamente Alemania, hará un reconocimiento al escritor durante la presentación de su libro, encuentro en el que participarán Consuelo Sáizar, Elena Poniatowska, Héctor Aguilar Camín, José Woldenberg y Rafael Pérez Gay. La cita es el sábado a las 20 horas en el salón 3 (planta baja) de la Expo Guadalajara.

En una sesión previa, ese día, a las 17:30 horas, José María Pérez Gay presentará el libro El enigma del mal: la obra del filósofo alemán Rüdiger Safranski (salón 1, planta baja).