La coreógrafa y directora de Contradanza, Cecilia Appleton, explora el interior del ser humano y la complejidad de los sentimientos para propiciar un rencuentro con la parte espiritual del individuo en la obra La danza de los cisnes, que hoy se estrena en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario (CCU) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

A partir de la lectura del libro Mujeres que corren con los lobos, de Clarissa Pinkola, y de relatos infantiles, Appleton aborda el tema de las relaciones femeninas y la competencia con el hombre en sus vidas personales hasta revelar la intuición y la creatividad de las mujeres, que permanecen escondidas por prejuicios.

Con esta propuesta coreográfica, la directora de Contradanza reconoce sus fragilidades como mujer y también descubre sus mecanismos para relacionarse en la sociedad. En el escenario, la compañía –integrada por seis bailarinas y dos bailarines– representa en movimientos las inquietudes de hombres y mujeres y cuestiona cuál es el papel que tienen en este momento.

Se trata de una propuesta de género relacionado con la tribu y sus vínculos de hombre y mujer. Muestra todas las inquietudes que tienen los seres humanos en torno al desarrollo de la personalidad, explica la coreógrafa.

Appleton, quien admira el trabajo de la sicoanalista Clarissa Pinkola sobre el universo femenino, realiza su propia investigación en torno a la situación de la mujer contemporánea y utiliza el cuerpo para expresar las emociones femeninas.

Mediante el movimiento, la coreógrafa explora los rasgos salvajes de las mujeres, así como la envidia y el coraje que sienten en una sociedad machista.

La danza de los cisnes, en alusión al célebre ballet con música de Chaikovsky, permite a la coreógrafa comparar a las mujeres encantadas del lago de los cisnes con las féminas actuales a la espera de que un hombre enamorado las despierte y las liberé de un hechizo.

“Ahora –señala Cecilia Appleton– no somos encantadas por un mago, sino por una sociedad que nos inculca mantenernos dormidas, reprimidas, sin encontrar nuestra individualidad por tener miedo de quiénes somos en nuestra naturaleza.

Las mujeres somos difíciles y complejas, pero tenemos una responsabilidad dentro de la sociedad y necesitamos conocernos y reconocernos mutuamente, añade la coreógrafa.

Para Cecilia Appleton, hombres y mujeres son seres que conforman una tribu y aprenden uno del otro, y la danza le permite compartir su propia experiencia, sin pretender enseñar algo, simplemente comparte con el espectador.

“La danza es efímera y tiende a modificarse constantemente porque la ficción que se logra en el escenario es un arte vivo, existen registros en video pero nunca serán iguales las presentaciones. El arte para mí es la experiencia que compartimos con el público.

Me siento como una escultora que va esculpiendo con el cuerpo del otro, todo lo que sé y descubro día a día. A lo largo de mi trayectoria artística, la danza no deja de sorprenderme y he descubierto que hay otras personas que pueden ampliar mi horizonte, comenta Cecilia Appleton.

Viacrucis existencial

La danza de los cisnes muestra un hombre que siente curiosidad por la mujer, mientras ella descubre su propia esencia a través de él. Los dos recorren un viacrucis existencial, no hay papeles sociales, sino varias emociones que permite identificar su función en la sociedad.

Las mujeres transitan diferentes estados emotivos y la forma en cómo se relacionan con la presencia masculina. Cecilia Appleton plantea en la obra lo arquetípico, lo intuitivo, lo sexual, lo cíclico, las edades de las mujeres y sus maneras de actuar entre ellas, y la persecución.

La compañía Contradanza, con la dirección de Appleton, presentará La danza de los cisnes este jueves y mañana viernes, a las 20 horas, y sábado 19, a las 19 horas, en la sala Miguel Covarrubias del CCU (Insurgentes Sur 3000).