En México los jóvenes consideran que las condiciones de inseguridad, violencia y delincuencia están en el tercer sitio entre los problemas más graves que enfrentan, sólo después de la falta de oportunidades de empleo y el riesgo de las adicciones.

En una población de poco más de 29 millones de personas de 12 a 29 años, la Encuesta Nacional de Discriminación 2010 revela que 70 por ciento nunca ha tenido empleo, aunque más de 60 por ciento sigue buscando un puesto.

En este escenario, Adrián, Octavio y Jorge, estudiantes de bachillerato, consideran, como muchos jóvenes de su generación, que la violencia es cosa de todos los días. Lo raro sería que no hubiera.

Preocupados por el riesgo de que la inseguridad alcance sus espacios familiares y de convivencia, afirman estar en favor de la pena de muerte y de la tortura, pero sólo en casos extremos.

Octavio, de 16 años y alumno de primer grado en la vocacional uno del Instituto Politécnico Nacional, considera que quienes optaron por ingresar a las filas del narcotráfico no deben tener una vida como para valorarla, por eso no respetan la de los demás.

Cómo él, Adrián y Jorge señalan que el clima de inseguridad es resultado de las acciones emprendidas por el gobierno federal, pero también porque los adultos hacen muchas cosas locas y les valen madre las consecuencias.

Jorge, quien cursa su segundo grado de bachillerato en una institución particular, está convencido de que ante una escalada de violencia como la que vive el país no puedes vivir siempre con miedo. Cuando te toca, te toca. Hay que salir y seguir viviendo.

Admite que una de sus principales preocupaciones es el desempleo. Tiene 18 años y afirma que “no tener esa posibilidad preocupa. Se trata de tu proyecto de vida, y si no te sale te puedes quedar ahí, atorado y deprimido.

Los chavos queremos un futuro económico. Ganar dinero y tener al menos esa opción segura.

Adrián, alumno del Colegio de Ciencias y Humanidades sur, cree que hay salidas para el país, pero no están muy claras ahora. Incluso nuestros profesores nos dicen que estamos viviendo una época muy difícil.

La raíz de la violencia, afirma, es no sólo la deficiente estrategia gubernamental, sino también la pérdida de valores, los cuales se han ido debilitando con los años. Los mexicanos nos hemos vuelto menos éticos.