nrique Ponce moldeó dos esculturas increíbles a los novillos de San Isidro que debutaban en la México en la primera corrida de la temporada. Modelados realizados con el correr del trapo rojo dejando impresas las huellas de la maestría que ha adquirido en 20 años o más de lidiar reses bravas. El torero nacido en Chiva, Valencia, ha llegado a una sabiduría en la ejecución de sus faenas que parece quitarle emoción a la labor realizada. El grado de relajación con el que esculpe sus creaciones habla de una torería que sólo los grandes del toreo han conseguido. Agregado a la técnica que lo ha llevado a conocer todos los secretos de la lidia, se encontró ayer con unos novillines de San Isidro; débiles, rodando por el suelo, sin transmisión, ni emoción en los desplazamientos. Emoción que tenía que poner el torero sin salirse nunca de su estilo.
Ponce insistió en cuajar faenas donde no era posible. Encaprichado detallaba los pases uno a uno, dando lección de torería al llevar a los novillines imantados a la muleta con pleno dominio de la situ
Tarde en la que Saldívar no se dejó impresionar por la torería de Ponce y realizó dos faenas valientes hasta la temeridad que enloquecieron los tendidos después de cuatro horas de festejo. Si bien, el toro de regalo de Saldívar era de una bobaliconería que rayaba en una carretilla para ensayar pases. Naturalmente que el toreo verdad, el de cargar la suerte resulta imposible con estos novillines. Diego Silveti salió con el santo de espaldas a recibir la alternativa en una tarde sin pena ni gloria. Sin embargo, al autor de esta crónica le gustó su colocación y relajación y mucho dará de que hablar.