Cultura
Ver día anteriorDomingo 6 de noviembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Instalación itinerante que se presentará el miércoles en Casa Vecina

Con Cámara de descompresión urbana, Aurel Coloblo invita a volver al alma
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de noviembre de 2011, p. 4

El proyecto Embajada de Coloblo, que encabeza el artista francés Aurel de Coloblo Mendoza (1976), inauguró el miércoles su nueva obra, la instalación Cámara de descompresión urbana, experimento sensorial itinerante montado en el interior de la caja de un camión y con la idea de hacer un paréntesis en el mundo para regresar a lo que es la vida y el alma.

El camión-cámara estuvo estacionado miércoles y jueves afuera de la Border Galería, en la colonia Roma, el 9 se presentará en Casa Vecina, el 10 y 11 en el Faro Tláhuac y el 12 y 13 en Cuernavaca, en un festival de arte electrónico, así como otros lugares de la ciudad de México, hasta el día 26 (calendario completo y actualizado en: www.aureldc.net).

La embajada de Coloblo, comenta en entrevista el creador, quien suele pasar largas temporadas en México, es un concepto de instalaciones con 10 años de trabajo, con la idea de mostrar arte de manera distinta a la convencional, a fin de involucrar al público en un espacio en el que pueda interactuar con la obra de una manera más práctica, constructiva y poética.

Agrega que tener la obra en un camión facilita el acercamiento con la gente y no se tiene que estar pidiendo un espacio en una galería, un museo o hasta en un espacio público, como un parque.

Considera que ésta “es una obra de arte en el sentido de que en el arte podemos meter cosas que no se pueden integrar a otra disciplina. Más bien lo llamo experimento sensorial itinerante, llamado Cámara de descompresión urbana, que es una cabina insonorizada.

El público se forma para pasar uno por uno durante varios minutos. Sentada en el interior, a la persona le colocan un estetoscopio electrónico al pecho, apagan la luz y cierran la puerta para experimentar, en soledad y oscuridad, el latido amplificado de su corazón, manejado desde afuera por un dispositivo computarizado.

La idea de la pieza es que la gente pueda aislarse un poco del ruido, del teléfono, del mundo, de las miles de personas que pueda haber en una ciudad grande. Primero es aislarse del mundo, pero luego es como regresar de algún modo al útero, como un feto en su propio universo.

Aurel de Coloblo cuenta que la idea surgió al verse a sí mismo y a sus amigos estresados, muy prendidos por muchos eventos ajenos, como citas de trabajo, problemas de coche, de casa, de familia.

Dice que las reacciones de las personas son de sorpresa y emoción al experimentar una especie de regreso al vientre materno, a un mundo de vibraciones propias que se sienten en las paredes de la cabina.

Es la primera vez, comenta, que utiliza tecnología y aparatos electrónicos en sus obras. La estamos utilizando para regresar a algo muy primitivo, a una cosa muy propia, de cierta forma animal, que es el cuerpo, del cual nos olvidamos mucho, pues somos sociedades muy cerebrales, intelectuales. Y usamos justamente los productos del intelecto, de la tecnología, para regresar al cuerpo.

El artista ha realizado en Francia y México otros proyectos como parte de la Embajada de Coloblo, como uno en el que él y varios amigos creadores interactuaban con el público a partir de contar, dibujar y escribir historias.

Otro lo realizó en la comunidad Santa Catarina Lachatao, Oaxaca, y consistía en la transmisión gráfica de la cultura oral. Era un proyecto intergeneracional entre ancianos, adultos y niños, para que los dos últimos volvieran a aprender cosas e historias del pueblo transmitida por la gente de la tercera edad.

Dice que lo mejor es combinar estos proyectos externos, en equipo, con el trabajo solitario del taller, como cuando trabajó unas pinturas en blanco y negro con tintas y acrílicos, que debía entregar a una galería. Comenta que es más estresante el trabajo en equipo, pero bromea con que ahora tiene la opción de meterse un rato a la Cámara de descompresión urbana.