Nací entre bandas, pero conocí el acordeón y me enamoré de él, dice el felino mayor
Martes 1º de noviembre de 2011, p. 9
Monterrey NL, 31 de octubre. Los Tigres del Norte nacieron en una región del Pacífico (Mocorito, Sinaloa), donde la banda y tambora prevalecen; pero su líder, Jorge Hernández, se vio influenciado desde niño –y en su gusto arrastró a sus hermanos– por la música regional norteña del acordeón y el bajo sexto, que transmitía una estación radiofónica del sur de Texas, la cual sintonizaba durante las madrugadas, cuando se levantaba para ir por las vacas para la ordeña.
“Nací entre las bandas, desde mi papá, mi mamá. En mi pueblo había cinco, seis, y tocaban todos los días, estudiaban, ensayaban. Minino, quien me bautizó, era director de una banda, casi daba clases a todos los músicos, a toda la gente; me crié dentro de eso, creo que cuando se es niño uno oye tanto ciertas cosas que de repente agradan como cosas que desagradan”, confiesa el Tigre Mayor.
“No quiere decir que no me guste, me encanta la música de mi tierra, pero me tocó la oportunidad (de escuchar otro tipo de armonías); mi abuelita compró un radio de madera Philco; yo me levantaba en la madrugada porque tenía que traer las vacas para ordeñarlas y ponía la radio; había una estación que entraba a esa hora, la KGBT, de Harlingen, Texas.
“Ahí escuchaba las canciones de esa estación. La primera de la que me acuerdo es La Chaparrita de oro (tema que hizo popular Francisco Charro Avitia, acompañado por un grupo norteño). ‘Por ahí va la chaparrita contoneándose todita’”, canta con añoranza. Agrega: “Ahí fue donde yo dije ‘auu, que es esa forma de comunicarse diferente’, y de ahí viene mi gusto por la música.”
Vocero
El Tigre expresa: “Como no teníamos dinero para comprar nada, ni discos ni cómo escucharlos, mi mente empezó a trabajar para ser como un vocero, para hacer mis propias canciones y cantar para la gente, ahí en el pueblo, las canciones que yo escuchaba.
Ya después, en el tocadiscos, escuchaba a Pedro Infante, Antonio Aguilar, Cuco Sánchez, José Alfredo Jiménez, a toda esa gente empecé a quererla por su comunicación.
Jorge Hernández precisa: “Es así como de repente me llega la música, y resulta que yo no sabía que mi abuelito tocaba el acordeón. Un día le conté lo que yo quería ser y me dijo: ‘pues yo tengo un acordeón’; era de un solo chorro, como decimos.
“Y que le digo ‘enséñeme’ y me enseñó las notas, con el corrido de Gabino Barrera; fue ahí donde me empecé a enamorar del acordeón, porque hasta entonces yo quería estudiar guitarra, pues el acordeón no me entraba.”
Puntualiza: “Ése fue mi inicio en la música, yo tenía siete u ocho años. Me juntaba con gente que era mucho mayor que yo y le gustaba mucho tomar; yo quería ser algo, pero no podía andar con alguien que no tenía responsabilidad.
Como eran mayores que yo, mandaban ellos; miraba que se quedaban dormidos de borrachos, cuando iba con ellos a cantar a los pueblos. Estaba niñito yo, me espantaba, me dejaban solo cuando íbamos a serenatas a la sierra. Me dejaban solo en el monte, decía: ¿ahora qué voy a hacer?
El músico recuerda: “Un día decidí pedir a mis hermanos que anduvieran conmigo. Les dije ‘voy a aprender a tocar el acordeón’, porque nadie lo tocaba en el pueblo; yo ya tocaba la guitarra. Esa es mi formación.
Así, a mis hermanos les inculqué mi pensamiento, lo que yo quería, cómo podía ayudarles, para andar juntos y que mi padre y mi madre estuvieran felices, porque mi madre, como éramos niñitos se preocupaba muchísimo; por eso es que aquí ven a la familia
, refiere mientras señala con la vista hacia donde departen sus hermanos (Hernán, Eduardo y Luis, junto con su primo Óscar Lara) en una de las mesas del restaurante del hotel Quinta Real de San Pedro, a pocas horas de la segunda de dos presentaciones en La Fe Music Hall.
Jorge Hernández reflexiona sobre las nuevas tecnologías, “que lo mismo ayudan a difundir su trabajo, “pero también han lastimado mucho la industria de la música por los millones de descargas ilegales de canciones y la piratería. Ojalá –precisa– se pueda encontrar pronto un mecanismo que impida que se siga afectando a los artistas y a todos los que viven del negocio”.
Mucha gente ya no quiere el cedé completo
Reconoce que la tecnología también ha modificado las prácticas, “pues mucha gente ya no adquiere el cedé completo, y sólo descarga los temas que le gustan, que generalmente son uno o dos de cada disco, mientras antes era obligado comprar un disco con 14 canciones.
“Si nos limitáramos a grabar un tema para que la gente lo escuchara, los artistas tendríamos muy poca exposición, y dejamos 10, 12 o 13 números fuera. Esto también afecta la industria, pues crece el mercado entre más gente haya que pueda exponer, aunque haya personas egoístas que nada más quieran que los escuchen a ellos.
Hay grupos u organizaciones que no quieren que otro triunfe, y debe ser totalmente al revés: que todos triunfemos para que la industria crezca y podamos comer todos bien
, considera.
Hernández admitió que debido a la inseguridad ya no hay tantos actos, pues la gente ha dejado de ir. Es un cambio drástico para toda la industria; estamos acostumbrados a hacer masivos, al aire libre, y aun con la inseguridad trata uno de no alejarse de su público, y de alguna manera estamos vigentes
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Recomienda tomar algunas precauciones, pese a que uno sabe que la gente de alguna manera trata de estar con uno. Es muy difícil para un grupo como el nuestro cambiar su sistema, porque el público tiene una imagen de uno de muchos años, y luego lo ven de otra. Hay cambios en la vida, pero bueno, todos debemos adaptarnos, porque la situación es así, para que la gente de uno no se vaya para otro lado
.
Sobre el más reciente disco que hicieron Los Tigres del Norte junto a gente como Paulina Rubio, Juanes, Residente, Andrés Calamaro, Hernández señala: “Es parte de la innovación que siempre están dispuestos a ofrecer, pero de manera muy estudiada, porque un proyecto de este tipo puede ser muy bueno o resultar un desacierto.
Siempre tratamos de ser visionarios en lo que hacemos; desde el principio no quise que solamente fuéramos locales, ser nada más de México y de Estados Unidos, sino que el grupo tuviera una proyección más internacional.
Hernández concluye: Los artistas invitados son personas que han luchado igual que uno; en nuestros viajes vemos quién es quién en cada país, y les damos su lugar en cada momento. La participación no era fácil, porque son canciones nuestras; ellos vinieron con nosotros, y eso tiene un valor muy grande para nuestro público, no para los Tigres del Norte
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