a autorización para la operación de casinos en México fue un asunto ampliamente analizado y discutido, el cual generó división y posiciones encontradas. Por ello se llevaron a cabo múltiples foros y consultas entre autoridades educativas, eclesiásticas, gobiernos estatales y municipales, así como con los principales actores empresariales, a efecto de conocer la conveniencia de la regulación de la industria del juego y las apuestas.
En 2004, los principales argumentos que presentaron quienes estaban en favor de la instalación y operación de casinos en México fueron: la derrama económica por inversión directa, la diversificación del producto turístico, la generación de empleos directos e indirectos y la obtención de recursos por concepto de impuestos. Por su parte, quienes estaban en contra expusieron problemáticas como el lavado de dinero y el crimen organizado, la proliferación de la prostitución y la ludopatía, es decir, la adicción al juego y las apuestas.
En ese momento, el entonces secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), monseñor Carlos Aguiar Retes –actualmente presidente de la CEM y del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam)– emitió un pronunciamiento en el que aseguró que la instalación de los casinos sólo fortalecería el injusto sistema de distribución de la riqueza y calificó de falaces los presuntos beneficios que traería la instalación de los mismos.
El 6 de julio de 2005, tras la expedición del Reglamento de la Ley Federal de Juegos con Apuestas y Sorteos, la propia CEM emitió un comunicado con motivo de la instauración de los casinos en el cual señaló: Nos preocupa que, viendo tantos efectos laterales negativos, se siga dando apoyo y permiso para que funcionen empresas que perjudican gravemente la salud de nuestro país
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Atrás quedaron las promesas del entonces secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo Torres –principal promotor de esta iniciativa–, en cuanto a que la instalación de casas de apuestas en el país contribuiría a la captación de turistas internacionales y divisas e impulsaría el desarrollo económico. En los últimos tres años, el crimen organizado ha comenzado a disputarse el control de los casinos, lo cual ha derivado en asaltos y ataques a los mismos, principalmente en el norte del país.
De acuerdo con un análisis publicado en mayo pasado por el sitio especializado El Diario del Juego, el mercado mexicano del juego se ha convertido en uno de los mayores del mundo y se encuentra en continuo crecimiento. Aunado a ello, precisa que en nuestro país los casinos generan aproximadamente 120 mil empleos, directos e indirectos, además de que en 2010 éstos reportaron más de 450 millones de dólares en impuestos. En ese sentido, estiman que en 2014 los ingresos que generará la industria del juego y las apuestas ascenderán a 2 mil 385 millones de dólares.
Pese a los datos duros positivos por concepto de creación de empleo e impuestos, el lavado de dinero es el principal problema derivado de la existencia de casas de apuestas; sin embargo, para que se lleve a cabo este delito es necesario un mecanismo estable, permanente y con capacidad ilimitada de encubrir el origen de los fondos generados mediante el ejercicio de actividades ilegales. A estos factores debemos agregar la corrupción en algunos elementos de las estructuras sociales y gubernamentales, particularmente los pertenecientes a las corporaciones policiales o a los sistemas de procuración y administración de justicia.
De acuerdo con el estudio Evaluando correctamente la economía del juego
, el cual fue realizado por Earl L. Grinols y David B. Mustard –investigadores de la Universidad de Illinois–, los costos sociales de la industria del juego y las apuestas superan a los beneficios por un factor de 190 a 34, es decir, por cada dólar que ganan los dueños de los casinos, la sociedad debe gastar seis por concepto de fraudes, robos, bancarrotas, enfermedades derivadas del juego y criminalidad asociada a éste.
En ese sentido, ¿cuál ha sido la aportación del juego y las apuestas a nuestro país? Los casinos son una fórmula de escape de la realidad, en los cuales amas de casa, trabajadores, estudiantes y adultos mayores, entre otros, llegan a dedicar hasta 15 horas diarias al juego y las apuestas con la ilusión de ganar. Los casinos constituyen una problemática social que, asociada al crimen organizado y al narcotráfico, conforman una alianza peligrosa, binomio que atenta contra la seguridad y la salud de los mexicanos.
*Analista en temas de seguridad y justicia