Los versos fueron leídos por su hija Victoria
El acto se realizó en un recinto de la UNAM, en el contexto del proyecto La Noche de Museos
Viernes 28 de octubre de 2011, p. 4
Con poesía, música y canto, la noche del miércoles fue recordado el humanista Carlos Montemayor (1947-2010), en el Centro Cultural Tlatelolco de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El homenaje tuvo lugar a un año y nueve meses de su fallecimiento, como parte del proyecto La Noche de Museos y después de que por la mañana de ese día se anunció la creación de un galardón con el nombre del también traductor, investigador y activista: el Premio Interamericano de Literatura (como se informó ayer en estas páginas).
Fue una velada en la que la voz del maestro, tanto en su faceta de tenor como de poeta, volvió a cimbrar y conmover a los asistentes en el auditorio Alfonso García Robles de ese recinto cultural, entre ellos familiares y amigos.
Y es que además de una serie de siete canciones inspiradas en la obra del colaborador de La Jornada, a cargo del cantautor Alejandro Guerrero y su grupo, durante 60 minutos del acto pudieron escucharse asimismo fragmentos de grabaciones de Carlos Montemayor interpretando alguna aria operística, así como una selección de su trabajo poético.
La lectura de los poemas, retomados del libro Poesía reunida (Aldus), estuvo a cargo de Victoria Montemayor, hija del autor.
Soy la raíz de la palabra/, el principio del descanso/, vengan todos a conocerlo/, vengan a escuchar su palabra/, no teman...
, declamó un actor disfrazado de minero, cuya lámpara de su casco era la única fuente luminosa en el recinto de la UNAM, envuelto por la penumbra.
Con ello comenzó la velada, durante la cual Victoria Montemayor también leyó fragmentos de un par de libros de su padre: Guerra en el paraíso y Las mujeres del alba, y se proyectaron una serie de fotografías del creador nacido en Parral, Chihuahua, quien en 2009 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
Pervivir y trascender
La música de un par de guitarras, un violín, un chelo y un sintetizador, así como el canto y la palabra poética de Carlos Montemayor refrendaron el dulce y alegre sabor de tiempos pasados, pero también el anhelo humano de pervivir, de trascender, como asentó el propio poeta, en voz de su hija Victoria:
(...) Perdurar el tiempo que sea/, como las cosas/. No ser más ni mejor que ellas/. Sólo ser, en medio de mi vida/, parte del silencio de todas las cosas.
Se trató de un tributo sonoro a la memoria, título que los organizadores dieron a esta sesión poético-musical, la cual, por cierto, fue presentada también hace unos días en Guanajuato, como parte de la programación artístico-cultural de la versión 39 del Festival Internacional Cervantino.