a escrito Beltrones unas notas a vuelapluma, unos cabos sueltos a los quehaceres perentorios de la política y a las urgencias del parlamento. Estas notas son recuerdos matizados, no nos asombremos si algunos hechos se realzan y otros se oscurecen. Beltrones se ha mantenido ecuánime y ha logrado entrar en el presente sin removerlo para que no se enturbie.

Este su libro está lejos de ser una confrontación entre presuntos precandidatos. Diego Valadés lo ve como un auténtico manifiesto político, en él encuentra respuestas a temas preocupantes de nuestro país. Más bien creo que retrata y rescata comentarios históricos y referencias de actualidad. Es un repaso teórico a lo cotidiano concreto, con una mezcla de confesiones personales.

Después de 36 años, resalta que su vida no es la de un ambicioso oportunista ni la de un aventurero. Es un esfuerzo constante en donde la vida y la acción pública se dan en una sintonía bien ordenada.

Qué lejos están estos diálogos de aquel señalamiento –durante el priato– del poeta Jorge Hernández Campos, que el lenguaje de los políticos había derivado del castellano al prignol, donde las palabras se habían desgastado en lugares comunes, por eso resultan atractivas las palabras que utilizan Valadés y Beltrones para entregarnos reflexiones muy al estilo de Elie Wiesel en el libro de Mitterrand, Memoria a dos voces.

El recuerdo de la abuela y sus comentarios; el asesinato del presidente Kennedy; la añoranza de su señora madre; el homicidio de Colosio; el recuerdo de su padre el antiguo capitán obregonista y su oportuno consejo: no te canses de ayudar; su formación en escuelas públicas desde Villa de Juárez, Sonora, hasta su licenciatura de economista en la UNAM; sin olvidar su logro más íntimo: haber formado una familia feliz, sólida y tradicional.

Hace unos pocos días decía el secretario de Organización del PRI que él veía una especie de fraude y traición en la creación de gobiernos de coalición. Pero, ¿fraude y traición a quién? Patética reflexión. La reforma política de Beltrones no va contra Peña. Es otra cosa.

La virtud del comunicado de los 46 abajo firmantes, como dice José Woldenberg, se enfoca en la búsqueda de gobiernos estables y permanentes. Hay que evitar la confusión, no se trata de coaliciones electorales, necesitamos coaliciones de gobierno conforme a programas y responsabilidades compartidas. Quienes firmamos el texto Por una democracia constitucional, o si se quiere podríamos llamarla funcional, no podemos negar que la decena panista nos deja sumidos en la inequidad económica, la violencia criminal y la desesperanza social.

Después de diez años de alternancia tenemos más pobreza, más rezagos, más impunidad, más corrupción. En lugar de vivir mejor, la gente se siente mal porque no hay empleo, prevalece la inseguridad, pero lo peor: tenemos un Presidente dicharachero que percibe que ha perdido el gobierno, a su partido y la elección presidencial. Con su actuación confirmamos que el modelo presidencial está agotado. No se puede ser jefe de Estado, jefe de gobierno y jefe de partido.