La Orquesta de la Academia de Viena refrendó que la música es un territorio siempre ignoto
Miércoles 19 de octubre de 2011, p. 5
Guanajuato, Gto., 18 de octubre. La música es un territorio siempre ignoto. Así lo refrendó la Orquesta de la Academia de Viena, con una actuación que volcó de entusiasmo y alegría al público que llenó el Teatro Juárez.
Fueron casi dos horas durante las cuales la audiencia disfrutó y entró en contacto con una distinta y atractiva manera de entender y abordar un repertorio angular del arte sonoro: el de la Viena clásica, representado por piezas de Haydn, Mozart y Schubert.
La agrupación austriaca –fundada hace 25 años por el organista y director Martin Haselböck, quien es su titular hasta la fecha– se distingue por su singular forma de abordar la hechura musical.
Ésta consiste en explorar los repertorios clásico y romántico con técnicas, estilos e instrumentos de época, estos últimos originales o en reproducciones de lauderos contemporáneos.
Los instrumentos difieren poco en su apariencia en relación con los actuales; las particularidades más significativas son que los violines, violas, violonchelos y contrabajos utilizan cuerdas de tripa de gato; las flautas son de madera y tienen tres llaves, mientras los cornos carecen de pistones y la entonación debe darse con la boca.
Es en el sonido, así como en su potencia y proyección donde se escuchan y perciben de forma clara las principales diferencias, luego de que los instrumentos antiguos ofrecen menos posibilidades de sonido, pero en oposición, éste es más diáfano, dulce y amplio, acaso más orgánico o natural.
De ese modo las obras interpretadas, no obstante su antigüedad y ser muy conocidas, se revelaron diferentes, nuevas, aspecto en el que fueron esenciales las técnicas de interpretación.
El programa incluyó la sinfonía 6, La mañana, de Haydn; la conocidísima 40, de Mozart, y la quinta, de Franz Schubert, todas ellas partituras solares, alegres, frescas, impregnadas de pasajes de cálida tersura, que de inmediato propiciaron una atmósfera agradable y gozosa en el centenario recinto guanajuatense.
Un factor esencial para lograr la comunión entre músicos y público fue el derroche de pasión y energía que Haselböck desplegó en su condición de director.
De figura espigada, los acompasados y energéticos movimientos del músico ilustraron durante toda la presentación el ritmo y el perfil emocional de la pieza en turno, en una improvisada y vistosa coreografía.
Al finalizar, el público estalló en júbilo, lo cual fue recompensado por los de la Academia de Viena con una polka como encore.
La manera de entender e interpretar la música de esta orquesta no es con una visión arqueológica ni museística. Somos músicos de aquí y ahora, y aunque usamos instrumentos y técnicas antiguas para interpretar música de épocas pasadas, nuestra visión es la de alguien que habla con la gente de hoy
, aclaró Haselböck antes del concierto.
En rueda de prensa, subrayó que un aspecto muy gratificante de su trabajo es tener oportunidad de investigar en archivos y acervos antiguos y encontrarse con gratas sorpresas, como descubrir una partitura inédita de Bach en la Biblioteca Central de Viena, obra que tocó.
Entre los aspectos abordados por el organista y director, destaca el actual proyecto de la Academia de Viena de grabar la obra integral de Liszt, cuyo tercero de ocho discos acaba de grabar.
También se refirió a una puesta en escena, la segunda que prepara al alimón con el actor John Malkovich, en la que la música del periodo clásico será protagonista.