Ópera-mariachi sobre odisea de migrantes
uienes esperaban un concierto de mariachi con el Son de la Negra y el Cielito lindo como plato fuerte, igualmente salieron satisfechos, así también los parisinos y latinoamericanos que agotaron las localidades del prestigioso teatro Chatelet para ver la ópera-mariachi Cruzar la Cara de la Luna. Se trata de una creación de la Gran Ópera de Houston, patrocinada por varias trasnacionales estadunidenses y estrenada hace un año en dicha ciudad.
La historia es simple, pero muy actual, pues aborda un problema con resonancia mundial: la dramática odisea que enfrentan los migrantes en busca de mejores condiciones de vida para ellos y sus descendientes. En el caso de esta ópera mariachi retrata la de una familia del estado de Michoacán que emprende el viaje a la tierra prometida: Estados Unidos. Sólo llegan el padre y su pequeño hijo, pues la madre muere en el desierto de sed, calor y cansancio.
Toda la historia sirve para ilustrar la realidad que se vive en los pueblos de donde se han ido los hombres en la mejor edad; las mujeres y sus hijos, abandonados por sus maridos de los cuales lo único que reciben es dinero cuando hay trabajo en el otro lado, o una llamada telefónica. Pese a todo, muchas familias logran encontrar un sitio en el otro lado sin perder sus raíces. En fin, la tragedia de la migración mexicana (y también la de Centroamérica) contada con pocos diálogos y recursos visuales, pero con un excelente respaldo musical. El viaje migratorio que cada año realizan las mariposas Monarca a través de Norteamérica sirve como tema central del mariachi para ilustrar el que hacen las familias a través de sus hijos y nietos.
Es precisamente la música lo que ayuda a endulzar el drama. Tanto porque el mariachi Vargas reafirma su calidad interpretativa, como por los cantantes a los que acompaña. No hay rebuscamiento en la letra de las canciones que van llevando medio siglo de historia familiar, ni falsetes espectaculares en busca de aplauso. La música y la letra de la ópera se deben a Leonard Foglia (autor del libreto) y José Pepe Martínez, quien dirige al Vargas desde hace años, y asimiló muy bien los cambios que, en buena hora, le hiciera a la música ranchera el maestro Rubén Fuentes.
Este gran compositor y arreglista modernizó al Vargas hasta convertirlo en una sinfónica con violines, trompetas, arpa, vihuela, guitarra y guitarrón. Ahí quedan como muestra de sus logros los respaldos musicales a Pedro Vargas, José Alfredo, Miguel Aceves Mejía, Amalia Mendoza y, con igual maestría, a los recitales que cada año ofrecía Lucha Villa.
Cuando las noticias en Francia son de decenas de cadáveres abandonados en una calle de Veracruz, obra de paramilitares, la ópera mariachi de Houston es también otra cara de la Luna: la del talento de los mexicanos, de aquí y de allá.