Jueves 6 de octubre de 2011, p. 29
Manchester. La historia de un indocumentado boliviano que no pudo ser expulsado de Gran Bretaña porque tenía un gato que compartía con una ciudadana británica, provocó una polémica entre los conservadores británicos. Ante el congreso de su partido en Manchester, la ministra del Interior Theresa May citó el caso para ilustrar su oposición a la ley de derechos humanos británica vigente desde 2000. El inmigrante ilegal no pudo ser deportado porque, y no lo estoy inventando, tenía un gato
, dijo May. El Ministerio de Justicia dijo que el gato no influyó en la decisión
de permitir que el hombre permaneciera en el país cuando se emitió el fallo, en 2008.