Roma, 27 de septiembre. Un tribunal de Nápoles pidió incriminar al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, por haber incurrido en el delito de incitación a mentir a la autoridad judicial, al aconsejar al empresario Gianpaolo Tarantini a falsear o guardar silencio sobre el pago a prostitutas de lujo y bellas jóvenes para participar en sus fiestas privadas entre 2008 y 2009.

Fuentes judiciales informaron que el tribunal napolitano modificó este martes el delito por el cual los fiscales locales abrieron una indagación contra Tarantini y el ex director del diario L’Avanti, Valter Lavitola, acusados inicialmente de extorsionar a Berlusconi, quien le habría pagado al menos 850 mil euros para que no revelaran que él sabía que las mujeres en sus fiestas eran prostitutas.

Es decir, para los fiscales existen elementos que indican que el jefe de gobierno compró el silencio de Tarantini, quien obtenía favores del magnate de las comunicaciones. Si se confirman tales sospechas en torno al primer ministro, que ya está implicado en varios casos judiciales por fraude, soborno y prostitución de menor, podría ser juzgado por un nuevo delito.

El tribunal también confirmó la orden de arresto contra Lavitola, prófugo en el extranjero. Además, excarceló a Tarantini y levantó la detención domiciliaria contra su esposa Angela Devenuto.

En tanto, fuentes políticas afirmaron que Berlusconi había quedado aturdido y triste luego del discurso del lunes del cardenal Angelo Bagnasco, quien señaló que Italia necesita purificar el aire contaminado por el comportamiento libertino, el escándalo y la corrupción, en clara alusión Il cavaliere, que el jueves cumplirá 75 años.

Mortifica tener que constatar comportamientos no sólo contrarios al decoro, sino intrínsecamente tristes y vacuos, dijo el cardenal, presidente del Consejo Episcopal Italiano, en el discurso de apertura del consejo permanente de la institución. Sin mencionar a Berlusconi, aludió a los comportamientos licenciosos y las relaciones inapropiadas que producen daño social.

La Conferencia Episcopal Italiana, que una vez consideró a Berlusconi un baluarte ante la izquierda y por ser contrario al matrimonio homosexual, la eutanasia pasiva, la investigación con células madre y aprobó ampliar la financiación pública de colegios religiosos, decidió ahora unirse a la condena de los empresarios e influyentes medios de prensa que han pedido su dimisión.