Ciencias
Ver día anteriorMartes 27 de septiembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Para combatir el virus no sólo hay que cambiar, sino buscar otras estrategias: Jorge Pérez

La expansión del VIH dejará a Cuba sin recursos para atender a los infectados

La enfermedad y su mortalidad bajaron, pero los nuevos casos aumentan, señala el director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri en Sida: nuevas confesiones a un médico

Foto
En el malecón de La HabanaFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 27 de septiembre de 2011, p. 2

La Habana, 26 de septiembre. La expansión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) podría dejar a Cuba sin recursos suficientes para atender a los infectados, advierte el médico Jorge Pérez, quien ha dedicado la mayor parte de su vida profesional a la lucha contra el sida.

¿Por qué si en Cuba hay una campaña de difusión permanente aún hay personas que practican sexo inseguro? ¿Por qué si la atención es gratuita y accesible, hay seropositivos que no acuden al médico? ¿Por qué hay pacientes diagnosticados que no siguen el tratamiento?

No sólo hay que cambiar la estrategia, sino hay que buscar formas nuevas, estrategias nuevas, responde Pérez a La Jornada. “Hay que buscar siempre nuevas soluciones, porque la sociedad es cambiante, el mundo es cambiante y, por tanto, lo que sirve hoy y lo que sirve a una población no sirve a la otra (…) lo que ayer podía ser útil, hoy quizá no lo sea”.

La clave está en llegar con el mensaje preciso a los grupos de riesgo, sostiene este carismático especialista de 66 años, director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri (IPK). “Estoy hablando en general, porque el VIH está creciendo en todo el mundo. En Cuba quizás aumenta menos que en otros lugares.

Aquí, grupo de riesgo pueden ser los hombres que tienen sexo con otros hombres, pero también las prostitutas y prostitutos o los bisexuales que están escondidos dentro de la sociedad, y que en una sociedad machista, como las de América Latina, es muy difícil reconocer. Hay que llegar a todos ellos con múltiples estrategias.

Símbolo de la lucha

Formado como cardiólogo, Jorge Pérez estudió las enfermedades tropicales al entrar al IPK. Hizo posgrados, viajó a menudo a África y desde 1983 está sumergido en la prevención y la respuesta al sida. Se ha convertido en símbolo de esa misión, de la que habla con el énfasis de un activista social. Crecieron sus obligaciones, pero aún atiende su consulta personal, por lo que su rostro y su paciencia son muy familiares para miles de personas en Cuba.

En 2006 relató sus primeras experiencias en Sida: confesiones a un médico. Este verano presentó el segundo volumen, Sida: nuevas confesiones a un médico, que incluye esta advertencia: Para un país pobre como el nuestro, este aumento de casos es un riesgo (…) la vida de un ser humano no tiene precio, pero los recursos que hay que movilizar para dar atención a todos pudieran escasear si la epidemia sigue en aumento.

El programa antisida cuesta más de 300 millones de dólares anuales, según informes oficiales. En su segundo libro, Pérez reporta que entre 1986 y 2010 se diagnosticaron en Cuba 14 mil 38 personas positivas al VIH (81 por ciento hombres, 19 por ciento mujeres). Murieron de sida 2 mil 191 y vivían con el virus 11 mil 674. La enfermedad y su mortalidad bajaron, pero las nuevas infecciones aumentan: mil 200 casos nuevos en 2007, mil 351 en 2008, mil 562 en 2009 y mil 821 en 2010.

El crecimiento es mundial, escribe el experto. Cuba tiene una prevalencia de 0.1 (porcentaje de infectados en la población de 15 a 49 años), la más baja del Caribe y una de las más bajas del mundo.

Los libros se distribuyen sin costo, porque los financió el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. En el segundo, la edición es descuidada, pero la expectativa es grande. Las presentaciones en La Habana han sido masivas. El público desborda los espacios, decenas de personas piden una firma al autor y muchas demandan que los textos se hagan de lectura obligatoria en secundarias y bachilleratos.

En sus Confesiones…, Pérez revela cómo dio el primer diagnóstico de sida en Cuba, en 1986. El paciente era un oficial del Ministerio del Interior que se contagió en Mozambique, igual que otros cuatro de sus colegas. La fuente de la infección fue la misma: la mujer mozambiqueña que hacía el aseo de la casa donde vivían los cinco cubanos.

Tratamiento ambulatorio

Entre 1986 y 1993, la atención a seropositivos y enfermos de sida en Cuba era con un internamiento forzoso en sanatorio, lo que causó protestas y una polémica de alcance internacional. Consultado sobre ese periodo, Pérez dijo a este diario: Fue una decisión dolorosa, que nos puso en contacto con este dolor, pero que nos enseñó a pensar, nos enseñó a reflexionar. Y aprendimos y cambiamos. Desde 1993 también hay tratamiento ambulatorio y ahora ambas vías son optativas.

En el segundo volumen, Pérez recogió testimonios de lectores de su primer tomo, entre ellos el de un paciente que evocó así aquella época: “Sólo dos detalles no me gustan de tu libro: primero, la tradicional justificación de la existencia de los sanatorios, institución con la que sabes nunca estuve de acuerdo. Al sanatorio muchos de nosotros, los hivers, le amamos con la misma intensidad que lo odiamos. Ambivalencia afectiva que hoy sólo sirve para demostrar que, al menos, a pesar de la segregación que significó en los primeros tiempos, recibimos una atención especial esmerada”.