os países, ubicados a miles de kilómetros de distancia entre sí sirven para mostrar la manera criminal de explotar el petróleo: Ecuador y Nigeria, donde las trasnacionales han dejado severos problemas de salud pública y destrucción ambiental. Varios estudios muestran los males causados por la explotación petrolera en la amazonia ecuatoriana. En uno, publicado hace siete años en la prestigiosa revista de la Organización Panamericana de la Salud, dos especialistas (Miguel San Sebastián y Anna-Karin Hurtig) reconocían la actividad petrolera como el combustible que transformó la vida ecuatoriana. Cómo en pocos años su ingreso per cápita se había quintuplicado, pero a un elevado costo para la gente y la naturaleza. El petróleo, decían, era el origen de una de las destrucciones ambientales más severas registradas en el mundo: desde 1972 van a parar a los ríos y las tierras del Amazonas decenas de miles de millones de desechos tóxicos y petróleo sin refinar.

Esas corrientes contaminadas (en ocasiones más de cien veces que el límite permitido internacionalmente) afectan especialmente la vida de las comunidades de dicha región. Los datos epidemiológicos recabados mostraron una verdadera emergencia sanitaria: desde abortos hasta todo tipo de cáncer en proporciones mucho más altas que la media nacional; nadie escapaba a este último azote: hombres, mujeres y niños. Luego de soportar durante años esta situación, la población se organizó contra los causantes de sus males y les exigió un alto a la alta contaminación y el pago por los daños ocasionados. La respuesta inicial de las trasnacionales petroleras fue una burla, como también la posición del anterior gobierno ecuatoriano.

Pero, como oportunamente ha informado La Jornada, no hay mal que dure un siglo ni pueblo que lo resista y en febrero pasado la Chevron-Texaco fue condenada a pagar 9 mil 500 millones de dólares al Frente de Defensa de la Amazonia. Se trata de la sanción pecuniaria más alta impuesta por este tipo de delitos en el tercer mundo. Por supuesto, la trasnacional inició de inmediato su defensa acusando de todo lo imaginable a los actores que intervinieron en dicha sentencia: desde jueces hasta líderes ciudadanos. Además, se queja de que otra empresa, la oficial Petro Ecuador, igualmente afecta el medio y la salud pública, lo cual es verdad.

El otro caso ejemplar está en África. Recientemente el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) divulgó el estudio que muestra el grave daño ocasionado al sur de Nigeria por la trasnacional holandesa Shell, por Total y la española Agip.

Se trata del estudio multidisciplinario más completo realizado hasta hoy sobre los efectos adversos de la explotación petrolera en una región: el delta del río Niger. Aquí el petróleo no se extrae desde hace 20 años, pero las compañías dejaron la mayor contaminación por hidrocarburos del mundo.

El informe calcula que se necesitan por lo menos 30 años para restaurar las áreas contaminadas: tierras, corrientes de agua, la flora y la fauna.

En algunas áreas el crudo ha penetrado ocho centímetros en los sitios que antes tenían manglares. En otros, el agua contiene sustancias tóxicas 900 veces por encima de lo permitido internacionalmente. Esa restauración será posible siempre y cuando no haya más actividades que contribuyan al deterioro. Fija en mil millones de dólares lo que en conjunto las petroleras y el gobierno nigeriano deben reunir y poner a disposición de la institución que se encargue del enorme trabajo restaurador, que sería el mayor en toda la historia de los hidrocarburos.

Atentar contra la salud pública y el medio ambiente ha sido una constante de la industria petrolera y petroquímica en el mundo. También de las mineras. Pero lo hacen con mucha mayor intensidad e impunidad en los países con gobiernos complacientes con ellas, en los que los funcionarios son fáciles de corromper, los canales democráticos son débiles y la gente no está organizada.

¿Ejemplos? Falta espacio para la lista completa. Pero en cuanto a saqueo por parte de directivos y líderes sindicales, tenga en cuenta a Petróleos Mexicanos.