El futuro según los campesinos
Quienes tienen una noción del tiempo unidireccional no admiten la idea del tiempo cíclico (…) Quienes tienen una visión cíclica del tiempo no tienen gran inconveniente en aceptar la convención del tiempo histórico, que no es sino la huella de la rueda que gira.
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Todas las revueltas campesinas espontáneas han tenido como objetivo la restauración de una sociedad campesina justa e igualitaria. Este sueño no es la visión usual del sueño del paraíso. El paraíso, tal como hoy lo entendemos, fue seguramente la invención de una clase relativamente desocupada. En el sueño campesino, el trabajo no deja de ser necesario. El trabajo es la condición de la igualdad. Los ideales de igualdad marxista y burgués presuponen un mundo de abundancia: exigen la igualdad de derechos para todos delante de una cornucopia: la cornucopia que constituirán la ciencia y el desarrollo del conocimiento. Lo que cada uno de ellos entiende por igualdad de derechos es, por supuesto, muy diferente. El ideal campesino de igualdad, en cambio, constituye un mundo de escasez, y su promesa es la de una ayuda mutua fraternal en la lucha contra ésta y un reparto justo del producto del trabajo. Estrechamente relacionado con su aceptación de la escasez, se encuentra su reconocimiento de la relativa ignorancia del hombre. Puede admirar el saber y los frutos de éste, pero nunca supone que el avance del conocimiento reduzca en modo alguno la extensión de lo desconocido. Esta relación no antagónica entre lo desconocido y el saber explica por qué parte de su conocimiento se acomoda a lo que desde fuera se define como superstición o magia.
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Una clase de supervivientes no puede permitirse el lujo de creer en una meta en la cual la seguridad o el bienestar están asegurados. El único futuro es la supervivencia y éste es ya un gran futuro. El camino del futuro cruzado de futuras emboscadas es la continuación del otro camino viejo por el que han llegado los supervivientes del pasado. Esta imagen es adecuada por cuanto es siguiendo un camino, construido y mantenido por generaciones de caminantes, como pueden evitarse los peligros de los bosques, las montañas y las marismas circundantes. El camino es la tradición transmitida mediante instrucciones, ejemplos y comentarios.
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Si nos fijamos en el curso que más posibilidades tiene de seguir la historia mundial: una lucha prolongada y desigual contra el capitalismo monopolista, una lucha cuya victoria no es segura, puede que la experiencia de supervivencia del campesino esté mejor adaptada para esta dura y lejana perspectiva que una visión progresiva, continuamente reformada, desencantada e impaciente por la victoria final.
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El papel histórico del capitalismo es destruir la historia, cortar todo vínculo con el pasado y orientar todos los esfuerzos y toda la imaginación hacia lo que está a punto de ocurrir. La destrucción de los campesinos podría constituir un acto final de eliminación histórica.
John Berger. Puerca tierra |