La Secretaría de Educación Pública, por conducto de la Administración Federal de Servicios Educativos del Distrito Federal, no sólo propone compactar grupos en las escuelas, principalmente del turno vespertino, sino también cerrar otros en los planteles que no cumplan con los lineamientos de contar por lo menos con 15 alumnos por salón, lo que perjudica particularmente a estudiantes que trabajan en las mañanas para ayudar al gasto familiar.

Es el caso de Francisco, quien a sus 14 años se levanta diariamente a las siete de la mañana para trabajar en un mercado de la colonia Guerrero, donde hace varias labores: desde cargar botes de agua hasta ayuda a los comerciantes a descargar cajas de frutas y verduras, con lo que gana hasta 80 pesos diarios si bien me va.

Mientras platica, empuja apresurado el diablo con el que transporta tres cajas de jitomates. A pesar de que se le nota el esfuerzo para cargar la mercancía, dice que esto no le cuesta trabajo, pues hay que saber equilibrar el peso.

Cifras oficiales revelan que en México cerca de 3 millones de niños y niñas de cinco a 17 años de edad trabajan. Al menos, 28.7 por ciento lo hace por la necesidad de apoyar la economía familiar. El segundo motivo es sostener sus estudios o sus propios gastos.

Paco, como lo llaman sus amigos, afirma que no le queda de otra que trabajar por las mañanas y estudiar en la tarde; de lo contrario no podría aportar dinero para ayudarle a su mamá. Le paro a la chamba después del mediodía para llegar a tiempo a la casa a bañarme y vestirme, porque aquí termino bien sudado. Si me da tiempo como y si no, me compro lo que vendan en la escuela, que se ubica a unas cuadras del Metro Guerrero. ¿Qué me gustaría estudiar?, se queda pensando. Todavía no sé; nunca me habían preguntado, responde mientras descarga las cajas de verdura”.