Lunes 5 de septiembre de 2011, p. 3
Daniela, de 30 años, es una mexicana de origen libio. Lleva el apellido de su padre: Tarhuni. Su madre, mexicana, lo conoció en Italia, mientras ambos realizaban una maestría; se enamoraron y de esa relación nació Daniela.
Mi mamá regresó a México y aquí nací. Él vino cuando yo tenía dos años, se casaron y me registraron. Después regresó a Libia y manteníamos contacto postal, pero dejé de saber de él a los cinco años de edad.
El tiempo pasó y, Daniela tenía curiosidad por saber de su padre, pero la distancia lo impidió. Hasta que un día, una chica con su mismo apellido le envió una invitación de amistad en Facebook. Fue en 2009; me llamó la atención su apellido; ella radicaba en Inglaterra y también es de origen libio. Exploré sus contactos y me di cuenta de que había muchos con mi apellido. Agregué algunos, entre ellos un señor que vive en Libia
.
Relata: “A algunos les conté mi historia y comenzaron a apoyarme, en particular Salem, que vive en Trípoli. Me pidió datos sobre mi papá. Sólo tenía su registro académico en Italia y el apartado postal donde enviábamos las cartas. El año pasado, Salem me escribió y me dijo que había encontrado a mi papá. Pensé que era broma; me pidió mi número de celular y se lo mandé.
“Ese mismo día en la tarde recibí una llamada de un número desconocido. Insistieron varias veces, pero se cortaba la llamada. Cuando por fin pude escuchar, oí una voz en inglés que me dijo ‘soy tu papá’. Me quedé fría, es difícil explicar lo que sentí. Le hice preguntas personales cuya respuesta nadie conocía y confirmé que sí, era él.”
Tras varios meses, llamadas telefónicas, correos electrónicos, chat y Skype, Daniela fue a Libia. A finales de 2010 se rencontró con su padre y conoció a cinco hermanos, menores que ella.