Pocos fueron los medallistas olímpicos y seleccionados nacionales que portaron la antorcha panamericana. En la ruta por las principales avenidas de la ciudad de México figuraron más políticos, directivos y empresas patrocinadoras, en medio de caos vial y desorganización durante más de 60 kilómetros y ocho horas.

El recorrido se inició de manera ordenada a las 8:30 de la mañana en la explanada del Comité Olímpico Mexicano con la raquetbolista Paola Longoria. Luego, Daniel Aceves, medallista de plata en Los Ángeles 1984, cumplió los primeros tramos en avenida del Conscripto, pero en el trayecto hacia Ejército Nacional comenzaron los errores de logística y vialidad.

Bajo una intermitente lluvia, otro medallista olímpico, el taekwondoísta Guillermo Pérez, se equivocó en la ruta al hacer caso de las indicaciones que a pie y en una larga hilera de autos le marcaban los organizadores de la justa jalisciense, ante la falta de señalamientos por donde pasaría el contingente.

No mamen, ya me sacaron, gritó el michoacano, quien debió corregir el camino y paró en cuatro ocasiones, porque la flama se apagó y esperaba a que la encendieran para continuar su paso. La mayoría sufrió por ese problema, pues la llama debió ser prendida unas 30 veces.

Sin público, calles solitarias, charcos y baches, Polanco se convirtió en el paseo de las glorias olímpicas. Noé Hernández, Fernando Platas, Jesús Mena y Joel Sánchez se pasaron de mano en mano la antorcha en largos y breves trayectos. Unos solos y otros acompañados de familiares, todos custodiados por militares.

Entre el selecto grupo de relevistas en el que participaron siete seleccionados panamericanos, como Samantha Terán (squash), Angélica Larios (esgrima), Rodrigo Sagaon (decatlón), Miguel Castañeda (canotaje), Lino Muñoz y Cynthia González (bádminton), Maricruz Valle (patines sobre ruedas), así como paralímpicos, directivos y los jefes de las 16 delegaciones, una niña, Claudia Lucero Aguilar Chávez, sin estar registrada, se robó el show.

La aspirante a pentatlón moderno, de 11 años de edad, del estado de México, trotó con su padre acompañando a los relevistas por una larga y silenciosa ruta a su entrada al estadio Olímpico de Ciudad Universitaria y en rectoría, donde la flama fue recibida por el rector José Narro Robles con un minuto de silencio por los trágicos sucesos ocurridos en Monterrey. Luego, centenares de estudiantes y aficionados despidieron a la antorcha con un ¡goooooyaaaaa!

La pequeña, que por ratos tomaba descansos y subía a la vieja periquera que transportaba a los medios de comunicación o era llamada por los organizadores que venían en autos nuevos, terminó su periplo en el estadio Azteca.

A partir de ahí comenzó la otra ruta, la de los políticos y jefes delegacionales que aprovecharon el acto deportivo. Hubo quienes corrieron dos y tres veces con la antorcha. Es que faltaron relevos y otros se perdieron, justificó Horacio de la Vega, director de comercialización de la justa continental Guadalajara 2011.

En la Alberca Olímpica, la nadadora Maritere Ramírez, medallista de 1968, esperaba su turno. Como elegante gacela ingresó a la instalación que la hizo heroína, pero la caída de una niña en el templete echó abajo el protocolo que se tenía programado.

Al final se modificó el trayecto, que culminaría en el Altar a la Patria, pero no se completó, porque su agenda no se lo permitió y el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, no estará, dijo Gerardo Villanueva, director del instituto del deporte capitalino, quien reconoció errores de logística. Por seguridad de los relevistas el cierre ocurrió en el Hemiciclo a Juárez, con saldo blanco, dijo el directivo.

La antorcha fue entregada a los representantes del estado de México, para continuar el recorrido de 48 días en varias ciudades del país y llegar a Guadalajara el 14 de octubre.