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Libro de Ingrid Suckaer revela prácticas de censura de la religión, la ideología y la política

El arte erótico en México, silenciado por instituciones gubernamentales y privadas

La sexualidad se mantuvo ausente de la representación visual y plástica desde la época prehispánica hasta el último tercio del siglo XIX, dice la historiadora Germaine Gómez

 
Periódico La Jornada
Jueves 25 de agosto de 2011, p. 6

La del erotismo como tema o motivo de producción artística es una historia muy reciente en México, con no más de siglo y medio de antigüedad, en contraposición con lo que ha ocurrido en gran parte del mundo, donde es una presencia ancestral y recurrente.

De ello da cuenta la periodista e historiadora del arte Ingrid Suckaer en su libro Erotismo de primera mano: artes plásticas y visuales en México (siglos XX-XXI), publicado por Editorial Praxis, cuya presentación tuvo lugar la noche del martes en Casa Lamm.

En este volumen, según la historiadora del arte Germaine Gómez Haro, se evidencian las prácticas de censura instrumentadas desde las instituciones gubernamentales o privadas, y cómo la religión, la ideología y la política han sido móvil para tergiversar la creación de contenido erótico en México.

Primera en el habla, la especialista hizo un breve repaso histórico de cómo el erotismo y todo aquello que tiene que ver con la sexualidad en México se mantuvo ausente de la representación visual y plástica desde la época prehispánica hasta el último tercio del siglo XIX.

Fue con la llegada del modernismo, a finales de aquella centuria, sostuvo, cuando la voluntad de la sociedad mexicana se transformó y, en ese contexto, apareció un personaje determinante, el pintor y dibujante zacatecano Julio Ruelas, cuyo trabajo realizado entre 1890 y 1907 reúne algunos de los ejemplos más notables del arte erótico recién inaugurado en nuestro país.

El recuento de Gómez Haro abarcó la época nacionalista, la ruptura de mediados del siglo XX y llegó hasta nuestros días. Entre otros aspectos, situó a José Clemente Orozco como el pintor del nacionalismo que más se relacionó con el erotismo, con su magistral serie de prostitutas y burdeles, así como con sus dibujos de niñas, vertiente que ha sido poco explorada y difundida.

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Suckaer presentó Erotismo de primera mano: artes plásticas y visuales en México (siglos XX-XXI) en Casa LammFoto José Carlo González

No todo desnudo es representación erótica

Por su parte, la crítica de arte Teresa del Conde, colaboradora de este diario, entre otros aspectos precisó que no toda obra que se vale del cuerpo humano desnudo es necesariamente una representación erótica.

Al respecto, recordó a Diego Rivera, quien no tuvo empacho en practicar su sexualidad con un número considerable de damas, pero como representación erótica de su autoría yo destacaría casi únicamente, o de manera muy principal, el desnudo de la tierra germinando, cuya modelo fue Tina Modotti.

La investigadora y académica contrapuso esa imagen a la de la tierra preñada del retrato que el pintor hizo de Lupe Marín, que “no por enorme, estupendo y desnudo es erótico, como tampoco lo es uno de los más famosos desnudos del arte mexicano, La nueva democracia, de Siqueiros, uno de los menos eróticos que dio la Escuela Mexicana de Pintura”.

En su intervención, el escritor Carlos López destacó que la pulsión erótica ha existido siempre en el arte, desde sus expresiones más básicas, como las pequeñas Venus de piedra o arcilla, que eran un elogio a la fertilidad, pero también una muestra de sexualidad latente.

El erotismo y el arte tienen muchas características similares, porque su impulso es la creatividad, escapar del lugar común y nunca caer en lo obvio. El estímulo está en el juego, en la invención y las múltiples maneras de abordar lo ordinario y volverlo extraordinario, agregó.

La creatividad erótica y la artística han ido cambiando y parece que sus reglas son movedizas, flexibles. Cuando la cópula deja de ser sólo un pasaje a la reproducción, el cuerpo es una fiesta, lugar de experimentación y goce.