Si bien el apoyo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) logró zanjar el camino para que la oposición al líder libio Muammar Kadafi entrara en Trípoli, ese respaldo no se tradujo en una cohesión entre los grupos armados, con lo que surgen interrogantes sobre cómo se articulará un eventual gobierno del llamado Consejo Nacional de Transición (CNT).

El pasado 29 de julio fue asesinado el jefe del denominado ejército rebelde, Abdel Fatah Yunes, ex ministro del Interior, quien tras desatarse la revuelta en Bengasi en febrero pasado abandonó las filas del gobierno.

Se especula que desde la misma cúpula del CNT salió la orden de liquidarlo, o que militantes islamistas lo mataron por considerar que el otrora mano derecha de Kadafi aún tenía lazos con él.

El líder del CNT, Mustafá Abdul Jalil, disolvió al consejo tras el asesinato, pero no nombró otro, recordó este lunes Euronews. Algunas voces lo culpan de no haber nombrado un nuevo gabinete debido a que perdió la autoridad para hablar por la sociedad libia, y muchos grupos armados no reconocen el liderazgo del CNT.

Un diplomático europeo consultado por Afp dijo que muchos libios nos dicen que habrá ajuste de cuentas porque estamos en una situación de guerra civil, y el conflicto sólo ha servido para exacerbar las tensiones que existían veladamente desde hace tiempo.

En un análisis, uno de los especialistas del diario británico The Independent, Patrick Cockburn, señaló que en los otros países asiáticos donde las potencias invadieron y se aliaron con políticos locales, Irak y Afganistán, se desataron guerras civiles que no han llevado a la estabilidad.

La pregunta en Libia queda abierta: ¿cómo los alzados pueden pacíficamente convertir su victoria, apoyada desde el extrajero en el campo de batalla, en una paz aceptable para todas las partes?