Cómo se jodió México
n el primer párrafo de Conversación en La Catedral, Mario Vargas Llosa se preguntó: ¿Cómo fue que se jodió el Perú?
Para saber cómo salir del atolladero en el que estamos, vale la pena reflexionar por qué se jodió México. La respuesta más general sería que el régimen de la posrevolución no logró consolidar los logros de la Revolución y que poco a poco, como en el cumplimiento de una maldición, el nuevo régimen se fue pareciendo cada vez más al de don Porfirio, al grado de que un escritor chocarrero le llamó Doña Porfiria. Sin embargo, creo que hubo también decisiones desastrosas en que los presidentes en turno vislumbraron posibles reformas modernizadoras, pero cedieron ante la presión de los grupos de interés… y jodieron las cosas. Déjenme darles (entre centenares) tres ejemplos:
1. Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz rechazaron la propuesta que les hacía Antonio Ortiz Mena (quien fue secretario de Hacienda de ambos) de realizar una reforma fiscal progresiva que hubiera puesto a México en el camino de la modernidad tributaria al cobrar más a los que más ganaban y cerrar las puertas a la evasión y la elusión. Ambos presidentes le dijeron a don Antonio: Muy buen proyecto, licenciado, pero ¿para qué vamos a molestar a los empresarios si tenemos el petróleo?
2. Carlos Madrazo, líder del PRI, propuso a Díaz Ordaz en 1964 una reforma democrática permitiendo que en el PRI se designara libremente a los candidatos a escala municipal. Díaz Ordaz aceptó, pero al enfrentar la oposición de los gobernadores y los caciques echó marcha atrás. Destituyó a Madrazo y después, debido a que éste empezó a agitar, lo aisló y luego ordenó su asesinato.
3. Miguel de la Madrid, en 1982, intentó una campaña moralizadora para contener el cáncer de la corrupción, organizó la contraloría y empezó a vigilar el patrimonio de los políticos. La elite resistió, lo bloqueó y De la Madrid se retractó. Los siguientes cuatro presidentes se entregaron a la oligarquía hasta confundirse con ella.
El próximo presidente deberá hacer reformas históricas si el país quiere salvarse, entre muchas otras: 1) reforma fiscal progresiva; 2) completar la transición a la democracia, y 3) un sistema efectivo de rendición de cuentas. Si no se moderniza México la inercia misma hará que continúe este atroz derrumbe lento en el que vivimos.