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La Universidad Campesina: Plutarco Emilio García Jiménez En México, como en todos los países capitalistas, la educación tiende a ser una mercancía que se ofrece a quienes la pueden pagar. El Estado mexicano nunca se ha propuesto impartir educación para todos, ni se ha planteado cumplir cabalmente con el mandato constitucional de una educación básica obligatoria, laica y gratuita. El sistema educativo ha estado fundamentalmente al servicio de quienes detentan el poder económico, y se ha adecuado a las necesidades del desarrollo del capital privado nacional y trasnacional. En la década reciente nuestro país ha retrocedido en cuanto a la oferta y calidad educativa. Ocupamos el último lugar entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El rezago educativo alcanza a la tercera parte de los mexicanos mayores de 15 años, de los cuales seis millones no saben leer ni escribir. Según datos oficiales, la cobertura en educación primaria alcanza poco más del 90 ciento, pero en el nivel de preescolar sólo cubre 67 por ciento; en secundaria, 87; en educación media superior, 58.6, y en educación superior, 25 por ciento (en Estados Unidos, 82 por ciento, Italia 63 y Japón 54 por ciento). La oferta de las instituciones públicas de educación media y superior oscila entre 15 y 25 por ciento. De los jóvenes que logran ingresar, desertan más del 40 por ciento de la secundaria, y en el nivel de educación superior, más del 60 por ciento. El 64.6 por ciento de los jóvenes de 18 años de edad ya no asiste a la escuela por su condición de pobreza. Cerca de 150 mil de esos jóvenes emigran cada año hacia Estados Unidos. En la medida en que el Estado mexicano se desentiende de la tarea educativa, las instituciones privadas de todos los niveles multiplican sus planteles y su matrícula; en el nivel superior ya cuentan con 62.3 por ciento del total de instituciones y atienden a la tercera parte de la matrícula nacional. Frente a la situación descrita, muchos luchadores sociales y académicos progresistas han diseñado e implementado propuestas alternativas no formales para los diferentes niveles de educación; han puesto en práctica experiencias, enfoques y conceptos nuevos que ya constituyen las primeras piedras de los cimientos de la Educación Rural Alternativa, basada en la autonomía, la equidad de género y la democracia. Ante una educación pública y privada excluyente, discriminatoria y racista, que fomenta el individualismo, el consumismo y la privatización, es necesario construir un modelo educativo incluyente que fortalezca nuestros valores y nuestra identidad cultural, es decir, nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestros cultivos, nuestras formas de producción, nuestra alimentación y nuestras artes;.es necesario fortalecer la reflexión y el pensamiento crítico, el espíritu de cooperación y la solidaridad humana. En los años recientes, diversos actores de la sociedad civil, provenientes de los movimientos sociales, de instituciones de educación superior y de organizaciones no gubernamentales (ONGs), han persistido en la ardua tarea de contribuir autogestionariamente a resolver necesidades educativas que enfrenta la población rural. Se han impulsado propuestas alternativas y metodologías de aprendizaje por organizaciones de mujeres rurales y grupos indígenas, que han desarrollado experiencias educativas en el campo, dirigidas principalmente a prácticas agrícolas amigables con la naturaleza y con un manejo adecuado de los recursos naturales. Parte de estos esfuerzos lo representa el proyecto de la Universidad Campesina, que desde 2003 se ha venido impulsando en organizaciones regionales de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA). El diagnóstico de necesidades y capacidades educativas que se aplicó para diseñar y poner en marcha dicho proyecto fue una aportación de la Universidad Campesina e Indígena (UCI-red) y del Instituto Maya. El diseño de sus ejes temáticos, enfoque pedagógico y la metodología participativa fueron retomados de la “metodología dialéctica de la Educación Popular” del Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (Imdec); del “sistema modular” implementado por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco; la perspectiva de género promovida por la Red de Asesoras y Promotoras Rurales, y del enfoque formativo bajo el ala del sombrero propuesto por Promotores de la Autogestión para el Desarrollo Social (PADS-Guerrero). Las experiencias anteriores contribuyeron al avance de la propuesta de Universidad Campesina, misma que, al no concretarse como proyecto nacional, se ha venido desarrollando en regionales. Una de esas expresiones es la Universidad Campesina del Sur (Unicam-Sur) con influencia en Guerrero y Morelos; otras universidades campesinas que han iniciado actividades son las de Michoacán y Zacatecas. La Universidad Campesina reivindica el conocimiento tradicional y empírico; rescata la sabiduría popular y el autodidactismo, así como los sistemas educativos familiares y comunitarios indígenas que han sido vitales en la reproducción económica, social y cultural de los pueblos. Las temáticas deberán ser propuestas por los educandos, la relación facilitador-educando es horizontal y basada en el diálogo. Se trata de crear comunidades de aprendizaje donde todos aprendamos de todos. Las modalidades de la acción educativa son diversas (cursos, talleres, foros, conferencias, demostraciones, giras de intercambio, fiestas, diplomados, licenciaturas, etcétera); son itinerantes, buscando producir, compartir y difundir conocimientos en las comunidades, con las y los campesinos. Ante la crisis múltiple que enfrentamos: la ausencia de futuro para millones de jóvenes, la inseguridad y la violencia, el deterioro ambiental, la falta de respeto a los derechos humanos, la pérdida de identidad social y cultural, es necesario construir alternativas de vida y de trabajo de manera autónoma; alternativas autogestionarias, basadas en una planeación participativa, que se encaminen a resolver problemas concretos de las comunidades, en el marco de un desarrollo sustentable y equitativo . Director de la Universidad Campesina del Sur (Unicam-Sur)
Escuelas Campesinas: intercambio de saberes para aprender juntos Bernardino Mata García En las últimas décadas del siglo pasado, ante los limitados resultados de los esquemas convencionales de educación y capacitación rural, en especial el sistema de extensión agrícola, diversos grupos y organizaciones de universidades, de la sociedad civil y de la Iglesia fomentaron nuevos enfoques para enseñar y capacitar a los campesinos en una diversidad de problemas que enfrentan en la producción agropecuaria y en las condiciones socioeconómicas para su desarrollo. Así encontramos los Centros de educación y de capacitación campesina, los Talleres de capacitación comunitarios y, finalmente, las Escuelas de Campo y las Escuelas Campesinas. Estas instancias son diversas, heterogéneas, comunitarias, integrales, pluriculturales e identitarias. Las escuelas campesinas se han identificado como espacios o sitios que no requieren de instalaciones especiales; su lugar puede ser el mismo campo, donde los campesinos platican de sus problemas comunes, intercambian conocimientos y experiencias, comparten sus saberes locales y tradicionales, analizan sus experiencias de lucha y de organización, conocen los avances tecnológicos de otros compañeros, revaloran su cultura por medio de la manifestación de sus usos y costumbres y, sobre todo, reafirman su identidad. Se pueden definir como: “escuelas o centros de educación y capacitación para ejidatarios, indígenas y pequeños productores (y jornaleros), quienes requieren y necesitan aprender y desarrollar capacidades diversas y multifuncionales, con la finalidad de organizarse para promover y autogestionar procesos de mejoramiento y de desarrollo comunitario y regional, mismos que conllevarán al logro de una buena calidad de vida para toda la población campesina marginada y excluída del desarrollo nacional”.
Estas escuelas se han orientado hacia el desarrollo social, la conservación del ambiente y al rescate y reafirmación de la agricultura campesina, y en México existe un medio centenar de estos espacios de educación para campesinos. Una caracterización de tres escuelas campesinas de la región del Totonacapan puede observarse en el recuadro. Aprendizaje conjunto. El proceso educativo y de capacitación de una escuela campesina se basa en el diálogo de saberes y se caracteriza por fomentar actividades participativas y autogestivas, propiciadas por un coordinador o facilitador del proceso (que puede ser un técnico o el propio campesino innovador); su finalidad es integrar el saber campesino con el conocimiento formal en relación con temas de: agroecología y agricultura orgánica, de organización rural y de derechos humanos para el desarrollo sustentable. Esta capacitación se sustenta en lo siguiente: 1. Esta concepción de educación campesina implica fomentar y promover entre los campesinos modelos de ruptura, de cambios y de transformación social. 1. Es un proceso que se genera y se construye a partir de los problemas y necesidades que enfrenta y vive el grupo o comunidad que demanda la capacitación. 1. Se desarrolla mediante talleres participativos y requiere de un compromiso expreso entre el grupo de capacitandos y el capacitador o facilitador. 1. La capacitación debe contribuir a profundizar y sistematizar el conocimiento teórico-práctico de las condiciones socioambientales en las que viven los campesinos, así como su problematización en el contexto socio-económico-político, con la finalidad de contribuir a comprender el tránsito de la conciencia ingenua a la conciencia crítica de la situación en la que viven cotidianamente. 1. Su propósito es promover y fomentar el desarrollo de la organización autogestiva de los campesinos; con lo cual se asume que el grupo organizado podrá demandar y luchar por la solución de sus variados y diversos problemas. Por un proyecto incluyente. Es urgente y necesario promover e impulsar un nuevo proyecto de nación, un proyecto incluyente, un proyecto donde quepamos todos, un proyecto que, ¡ahora sí!, tenga como foco de atención al campo y a los campesinos; un proyecto alternativo cuyo propósito sería lograr una buena calidad de vida para toda la sociedad. El proyecto que proponemos aspira a conformar una sociedad mexicana con los atributos siguientes: • Amante de la naturaleza y defensora del medio ambiente. • Consciente de que el trabajo es un derecho social. • Generadora de ciencia y tecnología compatible con los procesos naturales. • Consumidora de productos orgánicos, limpios e inocuos. • Desmitificadora del culto al dinero. • Incluyente, solidaria y cooperativa. • Defensora de todos los derechos humanos. • Participativa, autogestiva y democrática. • Equitativa y justa en el trabajo y en la distribución de la riqueza. • Viviendo y disfrutando en libertad. En esta visión de futuro para México, que incluye al campo y a los campesinos, las Escuelas Campesinas deben contribuir para formar ciudadanos participativos que autogestionen y construyan una sociedad con justicia y dignidad. |