Además de dar nuevos
bríos a la reforma agraria
y nacionalizar la industria
petrolera, el cardenismo
gobernante impulsó
fuertemente el sistema
educativo formal e informal.
En un país predominantemente
agrario y con un generalizado
analfabetismo campesino, se
profundizó la enseñanza rural
mediante escuelas primarias
y Misiones Culturales. Y en
un país donde la mayoría de
los mayores de 15 años no
sabía leer ni escribir, se le dio
prioridad a la educación de
adultos mediante campañas de
alfabetización.
Pero el cambio revolucionario
no radicó sólo en asignarle
la importancia debida a la
formación de los mexicanos,
también se expresó en la
forma y el contenido de la
acción educativa, así como en
el diseño de sus instrumentos.
Producir libros para los
trabajadores que después de
su jornada laboral cursaban
la primaria en escuelas
nocturnas era un reto inédito
que enfrentó con solvencia
la Secretaría de Educación
Pública por medio de la
Comisión Editora Popular.
El resultado fueron libros de
texto para primero y segundo
años, que fueron ilustrados por
la Sección de Artes Plásticas de
la Liga de Escritores y Artistas
Revolucionarios, de la que
formaban parte, entre otros,
grabadores como el también
muralista Luis Arenal y el artista
plástico y diseñador Julio Prieto.
Supervisado por el presidente
Cárdenas, que revisó los
originales y dio instrucciones
de que se imprimiera, en 1938
el Departamento Autónomo
de Publicidad y Prensa hizo del
libro una primera edición de
un millón de ejemplares.
Reproducimos aquí algunas
páginas de una obra realizada
durante aquellos añorados
años en que las tareas de la
administración pública se
abordaban con talento y sobre
todo con ganas. |