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El INIFAP, o la insensatez de Antonio Turrent Fernández El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) experimenta un proceso de debilitamiento provocado por factores exógenos, y mientras crecen incontenibles la transnacionalización de la tecnología agropecuaria y su transferencia, así como la dependencia alimentaria nacional. El INIFAP es producto de la fusión en 1985 del INIA, el INIP y el INIF (institutos nacionales de investigación Agrícola, Pecuaria y Forestal, respectivamente), creados por el Ejecutivo federal a mediados del siglo pasado con el objetivo de desarrollar conocimiento tecnológico público para el campo mexicano, como su instrumento de política de fomento. Si bien el espacio declarativo de responsabilidad del INIFAP es el campo mexicano, su acción se sujeta a las políticas públicas de desarrollo dictadas por el Ejecutivo federal por medio de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa). El estatus institucional, y de ahí la inversión pública para el desarrollo y funcionamiento del INIFAP, han dependido del balance conocimiento público/conocimiento privado que el Ejecutivo federal ha imprimido al aprovechamiento tecnológico para el campo. Durante la mayor parte del siglo pasado, tal balance favoreció al conocimiento público y por lo tanto, el INIFAP vivió los mejores años en su consolidación y en su aporte tecnológico para el campo. Alejandro Espinosa, investigador del Instituto, señala para ese periodo y solamente en la parte agrícola, que el INIFAP desarrolló y entregó a los productores del campo mexicano 681 variedades mejoradas de cultivos básicos, frutales, industriales, hortalizas, oleaginosos y forrajeros, así como sus prácticas indicadas de producción y protección. Empero, el cambio de aquel balance a favor del conocimiento privado en los 20 años recientes ha implicado el retroceso institucional del INIFAP y de su presencia en el campo. En 1986, año de su apogeo, el INIFAP contaba con mil 963 investigadores de base (mil 270 agrícolas, 459 pecuarios y 234 forestales). Esta plantilla había sido reducida gradualmente hasta 744 investigadores de planta hacia 2007, mediante los recursos del retiro voluntario y la prohibición de nuevas contrataciones. A esta plantilla se ha añadido en fechas recientes 300 plazas de personal bajo contrato temporal, mayormente en etapa de capacitación. José Luis Calva señala que la inversión pública en el INIFAP decreció tan sólo en el periodo 1982-1989 desde cuatro mil 778 millones de pesos (constantes de 1979) hasta dos mil 96 millones (mismos pesos constantes), y aún más a la fecha. Sin duda, un significativo aunque contraproducente ahorro público. El Ejecutivo federal ha sido exitoso en atraer al capital privado multinacional (CMN) al campo, mientras que el resultado de atraer a los capitales nacional o social ha sido magro, dando paso a la transnacionalización significativa de las funciones de desarrollo y de transferencia tecnológica para el campo, así como al abastecimiento de alimentos. Esto se ha traducido en el incremento del rendimiento del cultivo de maíz y del sorgo en tierras de riego −como lo ilustra el caso sobresaliente del maíz en Sinaloa− y en las tierras planas dotadas de buen temporal. Además del ahorro público en investigación en estas condiciones, ha disminuido el gasto público en los servicios de transferencia de tecnología, comercialización de productos, así como en la regulación de la calidad de la tecnología. Con la autorización del Ejecutivo federal, estas tareas son asumidas en su mayoría por el mismo CMN. Este desarrollo es exitoso para algunos, pero no lo suficientemente exitoso para la nación, que ha visto incrementar de manera insostenible su dependencia alimentaria del mercado mundial. Por su vocación de reproducirse, el capital privado multinacional elude actividades poco remunerativas como los cultivos básicos en áreas marginales, y los cultivos autopolinizados como el trigo, el arroz, el frijol, la avena, cebada, etcétera, en cualquier calidad de la tierra, por la razón obvia de que los productores no requieren comprar su semilla todos los años, lo que los hace un mercado no atractivo. Es sobresaliente el caso del maíz, alimento básico nacional del que se siembran entre 8.5 y nueve millones de hectáreas al año. Sólo tres millones de hectáreas son de riego o planas con buen temporal, por lo tanto atractivas para el CMN. El resto, clave también de la seguridad alimentaria y del abastecimiento de los maíces nativos indispensables para la cocina pluricultural nacional, está grandemente desatendido por un debilitado INIFAP e ignorado por el CMN. Tampoco puede el INIFAP contribuir significativamente en las áreas cubiertas por el CMN para contrarrestar su acción oligopólica. Un área adicional de disfuncionalidad deriva del sistema mercantilista de transferencia de tecnología impulsada por el CMN, que siempre presiona hacia un uso más intenso de insumos, sin compromiso con la estabilidad ecológica. Sabemos que el norte del Golfo de México, comenzando en la desembocadura del río Mississippi −que drena la mitad de la tierra de labor de Estados Unidos− sufre un proceso agudo de eutrofización (hipoxia) en deterioro de su calidad como hábitat. El estado de Sinaloa, primer productor nacional de maíz, drena sus aguas residuales agrícolas en el mar de Cortés, región pesquera de máxima productividad de México. La tecnología para maíz, y su transferencia mercantilista del CMN en Sinaloa, no tiene compromiso ni regulación pública ante la eutrofización de aquella fuente de alimentos y de empleo. Es claramente insensato confiar de manera creciente en el CMN y quemar las velas de la investigación nacional, para alcanzar la seguridad alimentaria del país, particularmente ante las amenazas del cambio climático, de las dependencias alimentaria y tecnológica, y de la contaminación del maíz nativo mexicano impulsado por el mismo CMN. Gran parte de la comunidad científica del INIFAP rechaza esta torpe selección de destino del campo mexicano y del INIFAP, por lo que se organizó recientemente en el Sindicato Independiente de Investigadores del INIFAP (SIIINIFAP), que ya incluye a 500 de los 744 investigadores de planta. Uno de los objetivos centrales de esta organización es lograr que la comunidad científica del INIFAP participe directamente en las decisiones torales que afectan al destino del INIFAP. Investigador nacional emérito
Conocimiento de campesino a campesino
Pablo Sigüenza Ramírez Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la obscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Popol Vuh, Libro sagrado K’iche’. Paulo Freire, revolucionario brasileño, en su libro Extensión o comunicación, advierte a los agrónomos sobre el peligro que implica acercarse a los agricultores con actitud de superioridad. Llama la atención acerca de que en los campesinos y campesinas hay un conocimiento por naturaleza más cercano a la realidad del campo que en los contenidos que las escuelas y facultades de agronomía aportan a la formación de los agrónomos. Freire comunica en este libro el principio de que todos y todas sabemos un poco y que compartiéndolo todos sabremos más. Bajo este principio funciona también la metodología “de campesino a campesino”. Compartir conocimientos entre iguales, entre agricultores, es una práctica milenaria y que se produce en todo el mundo. Bajo esta actividad básica, la palabra, entre pequeños agricultores se fue desarrollando en un pequeño municipio del centro de Guatemala, la metodología de campesino a campesino. En San Martín Jilotepeque está la mera mata de campesinos que durante más de 40 años han trabajado para que las prácticas agroecológicas se contagien como polen impulsado por el viento. La metodología se extendió durante los años 70s y 80s a países vecinos como México y Nicaragua, y posteriormente a decenas de países en el resto de América Latina, Asia y África. En Nicaragua y Cuba su uso se masificó debido a su adopción por parte de organizaciones campesinas de carácter nacional. En la isla caribeña socialista son más de cien mil familias campesinas las que intercambian saberes, tecnologías, prácticas agroecológicas, semillas y fuerza para seguir produciendo los alimentos que alimentan a su país. El campesino se convence viendo y haciendo. La palabra compartida y la práctica vivencial hacen posible que se mejoren las prácticas agrícolas; los testimonios de experimentación e investigación campesina, las exhibiciones y donaciones de semillas entre campesinos de distintas regiones y microclimas, y cualquier herramienta de transmisión de conocimiento son parte de esta forma de comunicarse. Julio y agosto de 2011 fueron el escenario temporal para la realización en Guatemala del II Encuentro Continental de Formadoras y Formadores Agroecológicos de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, CLOC-Vía Campesina. Organizaciones indígenas y campesinas de América debatieron y se pronunciaron en contra el agronegocio y el capitalismo; a favor de la soberanía alimentaria, y por la lucha campesina organizada en defensa de la Madre Tierra y los territorios indígenas. La cosmovisión de los pueblos originarios en los cinco continentes de l a Tierra es sustento fundamental de la agroecología. La cosmovisión maya y mesoamericana aportan al mundo un conocimiento milenario que no tiene derechos de propiedad. Frente a la destrucción capitalista del planeta, el hambre y el cambio climático, la Vía Campesina propone a la agroecología como la opción para la agricultura mundial, pues es conocimiento de los pueblos, respeto por la tierra, soberanía alimentaria, prácticas ecológicas en la producción agrícola y construcción del Sumak Kausay o Buen Vivir. El encuentro continental reconoció el papel fundamental que puede jugar la metodología de campesino a campesino si ésta no pierde su esencia política que en génesis es revolucionaria. La producción y comunicación de conocimiento campesino es fundamental para alcanzar el objetivo que propone la Vía Campesina mundial para la agroecología: campesinas y campesinos alimentando al mundo y enfriando el planeta. Colectivo de Estudios Rurales IXIM Para ver el foto-reportaje del II Encuentro Continental de Formadoras y Formadores Agroecológicos, entrar a: www.entrelamilpa.blogspot.com
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