Amigos y lectores rindieron homenaje al escritor en el Palacio de Bellas Artes
Elena Poniatowska definió al narrador como un luchador social nato
El doble lenguaje de los políticos es un discurso cantinflesco para ocultar la verdad, asevera el autor de Pancho Villa
Jueves 18 de agosto de 2011, p. 5
Acompañado por decenas de amigos y lectores que abarrotaron la sala Manuel. M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el escritor Paco Ignacio Taibo II compartió que en la literatura halló una manera de contar y vivir la libertad.
Durante el homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) rindió ayer al narrador, dentro del ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana, el autor de las biografías del Che Guevara y Pancho Villa, aseveró: La vida está ahí para contarla y escribirla; gracias a poder leer, contar y escribir, podemos vivir más vidas. ¡Imagínense, qué aburrido sería vivir una sola vida!
Fue una velada de recuerdos y anécdotas sobre la trayectoria liteararia de Taibo II, en la que estuvo acompañado por los escritores Elena Poniatowska y Fabrizio Mejía Madrid. Allí, la colaboradora de La Jornada mostró gran sentido del humor al entrevistar al homenajeado.
Releer a José Revueltas
Paco Ignacio Taibo II, quien expresó que no le gustan los homenajes, porque es algo que se le hace a los muertos
, preparó un discurso para el encuentro en el que reveló su pasión por la vida, el placer por la escritura y algunos sucesos interesantes que lo condujeron a la literatura.
Manifestó que la represión, el desempleo y muchos de esta generación que han sido rechazados, pero que no cesan en seguir luchando, son los aspectos que valoro y me inspiran
. Asimismo, confesó su admiración por la capacidad de los mexicanos para resistir.
Me trajo aquí la plena conciencia de que ciudadanos honestos no son corrompibles. Me trajeron aquí las manifestaciones estudiantiles de la generación maravillosa del 68, la cual puede decir que la honra vale más que la cartera, que si billete mata carita, honra mata billete.
Taibo II, escritor apasionado, polémico y poseedor de un ácido sentido del humor, recordó que a la edad de cinco años leyó Robin Hood, el defensor de los pobres y oprimidos. También compartió que estaba en ese homenaje gracias a las enseñanzas de su padre, amigo y compañero; y a la comida única y abundante de su madre.
Poniatowska acompañó en esta celebración al creador del célebre detective Héctor Belascoarán e hizo un recuento de las innumerables obras del autor, a quien definió como un luchador social nato, porque desde que era joven se preocupó por ayudar a trabajadores que vivían en condiciones terribles.
Si hay un escritor en México que merece un homenaje es Paco
, dijo Poniatowska, al recordar la participación del autor en múltiples luchas sociales.
Al ser cuestionado por Poniatowska sobre José Revueltas, Taibo II expresó: es básicamente un escritor que acompaña su vida como narrador con su vida como militante; ambas cosas respetables y deseables, sobre todo en un país como éste; hay que volver a leerlo
, enfatizó.
El homenajeado también compartió con el público el proceso creativo de Muertos incómodos, novela policiaca a cuatro manos, que escribió con el subcomandante Marcos, y cuyos capítulos se publicaron en La Jornada.
A petición de Poniatowska, Taibo II explicó que el doble lenguaje es un discurso cantinflesco, que se ha convertido en una especie de modelo del discurso político, porque se habla sin decir para ocultar la verdad.
En su intervención, Fabrizio Mejía Madrid comentó que cuando piensa en Taibo II es inevitable recordar a los héroes que protagonizan sus historias. Definió a la heroicidad taibiana como una forma de mirar un destino que jamás será un castigo, en eso coinciden sus detectives, sus obreros, sus exiliados anarquistas, sus comunistas, sus villistas, sus guevaristas
.
Agregó que los escritores viven cada cosa dos veces: una vez en el silencio del mundo y la otra en ese acomodo que se llama literatura.
En Paco esa repetición es una confianza en que la cultura compensa las injusticias y horrores de la vida. En el universo taibiano no hay victorias ni derrotas, no hay desilusión ni esperanza, sólo una absoluta libertad, un deseo tan fuerte que abarca hasta el deseo de que los demás no sufran.