Cinco de cada 10 niños en México serían susceptibles de padecer estrés, el cual es desencadenado por los ambientes rígidos o de alta exigencia, que pueden causar a los menores graves consecuencias de salud, como gastritis, hipertensión, poca confianza en sí mismos, agresividad, desobediencia e incluso ideas suicidas, advirtió un especialista del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

El estrés es una reacción que se produce por situaciones que el niño no puede controlar y que alteran su equilibrio, muchas de las cuales se presentan durante el regreso a clases, por lo que los padres de familia deben estar atentos a cualquier cambio en el comportamiento de sus hijos, afirmó Miguel Ángel Jiménez Sanjuan, titular del servicio de higiene mental del Hospital General del Centro Médico Nacional La Raza.

Uno de los principales aspectos donde se manifiesta el estrés infantil –detalló el especialista en un comunicado del IMSS– es el escolar, ya que es en los colegios donde a los menores se les abruma con mucha información y se les obliga a rendir exámenes y tareas agotadoras, que los llevan a sentir que las calificaciones y los trabajos son más importantes que el aprendizaje mismo.

A lo anterior –destaca– puede sumarse la sensación de falta de reconocimiento, desatención o falta de premio por sus logros. En determinadas circunstancias, todo ello puede generar bajo rendimiento escolar, perturbaciones del sueño, terquedad o ganas de molestar a otros niños.

Señala que, físicamente, los menores también pueden manifestar algunas perturbaciones, entre ellas dolores de cabeza y de estómago; se muerden las uñas o se arrancan el pelo, mojan la cama por primera vez o de manera recurrente, o incluso presentan alguna alteración del apetito.

Jiménez Sanjuan indicó que en la unidad a su cargo los niños y sus familias son valorados por un grupo de especialistas que analizan los orígenes del estrés y sugieren algunos cambios para terminar con dicho padecimiento.

El siquiatra recomendó a los padres de familia que permanezcan atentos a cualquier cambio en el comportamiento de sus hijos, así como analizar sus debilidades y fortalezas, no exigirles más allá de lo normal y fomentar la comunicación y la comprensión en el entorno familiar.