ando tumbos, el índice Dow Jones ha quedado en 11 mil 444.53, mientras el euro stoxx llegó a 2 mil 375.75. El precio del petróleo desde su punto más bajo, entre agosto y septiembre de 2010, a 72.38 dólares/barril el Brent, subió a 126.65 en abril de este año para quedar en 107.29, a principios de este mes, mientras el oro, cotizado en dólares por onza, subió de mil 194.95, también en agosto de 2010, a mil 650.82 a principios de este agosto, aunque parece que hubo unos días en los que subió un poco más, hasta mil 700 dólares/onza.
La bajada en el precio del petróleo Brent, en unos cuantos días, de 126.65 a 107.29, muestra que cayó 10 por ciento en dos semanas, y la tasa de desempleo en lazona del euro y la de Estados Unidos quedó en 9.90 y en 9.20, respectivamente, lo cual ha sido suficiente para que en la prensa internacional aparezcan fotografías con personas de diversas edades haciendo largas filas para conseguir empleos (El País, 7/8/11).
Analizando las gráficas de los principales indicadores económicos, se advierte lo que en 2010 daba un aspecto muy alentador de la economía mundial y que un año después ha comenzado a mandar señales para que empiece a cundir entre los especialistas de la economía una justificada alarma, que empezó hace dos semanas, cuando todos esperábamos el resultado de las negociaciones entre demócratas y republicanos para saber si el 2 de agosto, que el presidente Barack Obama fijó fatalmente como improrrogable para evitar la quiebra de las finanzas estadunidenses y entrar en imposibilidad de pagar sus adeudos o no, lo que sólo podría evitarse con el pacto demócrata-republicano, en algún Tea Party con caviar y tés exóticos del oriente, invitados por la guapa ex gobernadora de Alaska, para conjurar el peligro de la quiebra de Estados Unidos, considerado antes el país más seguro del planeta para los inversionistas más importantes en busca de éxitos financieros en bonos y acciones negociadas en las bolsas de mayor prestigio universal. Wall Sreet era una garantía para los negocios en todo el mundo.
Así nos dieron las 10 de la noche de aquel domingo, cuando empezaron a llegar a las mesas de redacción la noticia: ¡hubo acuerdo! y de esa manera, para quienes creíamos que no lo habría, nuestros trabajos se quedaron guardados para mejor ocasión y quien escribe estas líneas piensa –perdón, querido lector, por la terquedad, pero se la debemos a quienes se toman la molestia de leernos– que el arreglo con el Tea Party y los republicanos no aportará un beneficio sólido y duradero, por una razón: lo único que se acordó el domingo último del mes de julio, en el último momento posible y de una manera dramática, fue ampliar el plazo para no llegar a la línea de muerte (death line) fijada para el 2 de agosto, en el que si no se hubiera logrado esta prórroga, elevando el nivel de endeudamiento, no hubieran podido pagar sus quincenas a los soldados destacados en Kandahar, Pakistán, adonde fue el jefe del Estado Mayor, conjunto del ejército estadunidense a explicárselos de viva voz. Ahí les dijo también que tendrían alta prioridad para pagarles sus haberes ya devengados.
Pues bien, no puedo dejar de pensar que esta situación podrá repetirse mientras no se retire de los lejanos países en que aún están destacadas sus fuerzas de invasión, y mientras la economía de los países que se han constituido en las mayores potencias militares, que son básicamente las que constituyen el Consejo General de Naciones Unidas, y que integran el club atómico, o nuclear, y que son los mismos que están lanzando continuamente vehículos espaciales, que no han dejado en todos los que no pertenecemos al club algún beneficio tangible hasta ahora.
Todo esto a cambio de cuantiosísimas inversiones que son gastos no recuperables, que ponen periódicamente en aprietos financieros a las grandes potencias que no se resuelven con plazos más largos para el pago de adeudos ni con aumentos en el techo para el endeudamiento. Estas potencias militares mantienen su economía sana sobre la base de que paralelamente sostengan una industria militar proporcional a sus necesidades de apoyo para mantener la posición relativa que les corresponda en las organizaciones multilaterales, que pueden ser regionales, como la OTAN, o bien de carácter universal como es el caso de la ONU. La OEA puede también considerarse para un análisis más completo al respecto, aunque tiene diferencias sustantivas con la OTAN.
Una deuda excesiva tiene siempre riesgos extraordinarios en casos de grandes contracciones de la economía, y cuando éstas afectan la fortaleza de la estructura económica interna pueden poner en peligro la seguridad nacional, que tiene muchas vías de contagio con los países de la región, y en casos de excepción la seguridad de una región demasiado grande, incluyendo a otras naciones, aparentemente muy lejanas.
Una crisis de la importancia de la actual no puede resolverse en poco tiempo, por lo que las grandes economías tardarán en recuperar el ritmo que habían mantenido en años pasados, y por lo tanto no muy pronto recuperarán la prosperidad perdida, y no será fácil. En la recuperación del equilibrio mundial las potencias emergentes habrán de jugar un papel preponderante. Esperamos que quede más claro que esto será posible únicamente en un mundo en paz, y que las soluciones bélicas son contraproducentes para todos.