Ebrard se sube al tobogán los chuchos
Atrás, ¿acuerdo inconfesable?
Navarrete y su campaña onerosa
o que hasta hace poco tiempo no se pensaba más que como una broma macabra, se ha convertido, a base de carretadas de dinero que pocos saben de dónde proviene, en una de las peores muecas de la política de la ciudad de de México: Carlos Navarrete.
Hay quienes dicen que más allá de Barrales, Delgado o Mancera, Marcelo Ebrard ha fincado un acuerdo, inconfesable pero cierto, con la tribu de los chuchos para apoyarlos o, mejor dicho, para favorecer a Navarrete, a cambio del apoyo de la tribu más desprestigiada de todo el PRD: Nueva Izquierda, en un posible salto a la candidatura de ese partido a la Presidencia de la República.
Poco a poco Ebrard se ha enredado en la telaraña de los chuchos, de donde pocos salen sin cargar el desprestigio que lleva a cuestas esa tribu. Hasta ahora, en cada uno de los actos desde donde se ha lanzado al jefe de Gobierno como aspirante a la Presidencia, Nueva Izquierda se hace presente como los porristas de Marcelo.
Lo mismo en la presentación de la Fundación Equidad y Progreso, que lidera René Cervera, ex asesor de Ebrard, que en la reunión a la que convocó Jesús Valencia en el Señorial, o esta última vez en el World Trade Center, en la que el chuchinero fue más evidente en su postura en favor del jefe de Gobierno.
Marcelo Ebrard sabe, porque no es, ni de broma, un novato en la política, que enredarse con Nueva Izquierda es caminar sobre el filo de la traición. Sin embargo, larga sus pasos por ese sendero con una confianza que nadie entiende porque nadie, en su sano juicio, podría confiar en los chuchos, a menos que se tuviera un acuerdo que rompiera con la constante del quehacer de esa tribu.
Según algunos observadores, los candidatos de Marcelo Ebrard a la jefatura de Gobierno –la presidenta de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa, Alejandra Barrales; el secretario de Educación, Mario Delgado, y el procurador, Miguel Ángel Mancera– estarían a punto de ser descartados por el acuerdo con Nueva Izquierda.
Claro que no se habla de desecharlos. Se trata, por un lado, de irles restando posibilidades, de todo tipo, para hacerles imposible llegar a la candidatura, y por el otro, ir pavimentando el lodazal por el que camina Navarrete. Hay muchos que no dan credibilidad a esta versión, pero nadie se explica cómo es que Navarrete, que tendría en contra el voto de casi todo el perredismo de la ciudad, se atreve a levantar una campaña de costos económicos tan altos sin un apoyo como el de la jefatura de Gobierno.
Y esos que no creen que Ebrard hubiera caído en la trampa suponen que el apoyo a Navarrete proviene de Los Pinos, cosa que no sería para sorprenderse si se toma en cuenta lo cercano de los miembros de Nueva Izquierda a la derecha, y se dice que el precio impuesto por los chuchos será que en el Senado el PRD vote a favor de la ley de seguridad nacional, que ya se cocina, para empezar.
Así se ha ido tejiendo, según nos cuentan, ese horror político que significa la candidatura de Navarrete. ¡Cuidado!
De pasadita
Aunque se niegue una y otra vez, en la ciudad de México, y en todo el país, seguramente, sí hay ingenuos.
La historia es breve, pero cala. Seguramente muchos de los lectores han caído en eso que se llama puntos de recompensa de la tarjeta American Express. Resulta que si usted consulta el catálogo de los artículos que se pueden intercambiar con los famosos puntos, y se le ocurre hacerlo, se llevará un chasco que bien podría, incluso, clasificarse de fraude.
Resulta que, primero, le dicen que el producto que usted escogió le llegará en 22 días hábiles, luego que no, que tardará dos meses, pero si la recompensa no llega, le advierten que hay que tener paciencia y que alguna vez, dos, tres semanas más tarde, le llegará, mientras usted empieza a pagar con sus puntos y dinero lo que haya comprado.
Todo esto sucede porque en este gobierno las empresas son intocables y pueden hacer lo que se les antoje con toda impunidad, así que no queda más que la organización de la gente para impedir que se sigan burlado del consumidor. Por eso, y por muchas injusticias más que se cometen con ese plástico, no estaría de más emprender una campaña que recompensara los malos momentos que nos hacen pasar. Por ejemplo: qué tal un mes sin American Express. Usted tiene la palabra.