El boxeador capitalino Édgar Sosa se sintió traicionado por la gente que lo apoyaba cuando perdió el título mundial mosca, tras el cabezazo que le propinó el filipino Rodel Mayol. El ex campeón lamentó que nadie protestó aquel 21 de noviembre de 2009, en Tuxtla Gutiérrez, por el incidente que lo dejó sin corona, lesionado con doble fractura en el rostro e inactivo por siete meses.

Aquello me afectó de manera económica y emocionalmente. También dañó relaciones con mis representantes y con mi familia, con el Consejo Mundial de Boxeo. Quedó lastimada mi confianza y autoestima, costó más que el cinturón que me quitaron arbitrariamente, dijo en un recuento de las consecuencias de aquel combate.

Aunque insistió en que ganó experiencia, piensa que lo que predominaron fueron las pérdidas.

Después de todo eso había que recuperarse física y anímicamente, ir sanando las relaciones poco a poco, y afortunadamente otra vez estoy ante una pelea de título mundial, dijo Sosa.

Llegué a titubear en un principio cuando volví a boxear luego del accidente. A veces sentía un poco de miedo de los golpes, de a abrir la guardia. En las dos primeras peleas que tuve llegué a sentir temor de poder sufrir otro cabezazo, reconoció el pugilista.

Ahora, dos años más tarde, el 24 de octubre volverá disputar una pelea por un cetro del mundo, esta vez en la categoría mosca del CMB, ante el tailandés Pongsaklek Wonjongkam. Sosa considera que será un regreso por lo que supone le quitaron de manera ilegítima.

Tendrá que ir a la casa del campeón, quien ha hecho 21 defensas de su título, a una pelea de igualar el récord de Miguel Canto.