Miércoles 3 de agosto de 2011, p. 3
Londres. El confort que produce consumir un helado o un pastel en los momentos de estrés no deriva exclusivamente de la experiencia sensorial placentera, sino de señales puntuales que registra el cerebro al recibir grasa, según un estudio de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, publicado en Journal of Clinical Investigation. Se usaron controles con imágenes por resonancia magnética para evaluar los efectos de los ácidos grasos sobre las emociones al inyectarlos directamente en el estómago. Los resultados mostraron que comer grasa parece hacernos menos vulnerables a las emociones tristes, aun cuando no sabemos que la estamos ingiriendo
, dijo Lukas van Oudenhove, director del estudio.