En el triunfo sobre los Zorros, La Máquina mostró lo peor y lo mejor que tiene
Atlas alarga racha de no ganar en ese campo
Luego del aguacero los celestes reaccionaron
Domingo 31 de julio de 2011, p. a13
La lluvia convirtió la cancha en una trinchera. En apenas unos minutos el estadio Azul quedó anegado y con el campo en condiciones lamentables. En escenarios como ese, no se impone quien juega mejor, sino quien tiene mayor vocación para el sacrificio. Por eso, en el partido de ayer Cruz Azul mostró lo peor y lo mejor que tiene, al reponerse al mal tiempo, al pasto devastado, al gol en contra, para vencer 2-1 al Atlas, que no gana aquí en siete visitas recientes.
No había arrancado el partido y la lluvia daba al traste con los planes que podrían haber hecho los técnicos. Rubén Omar Romano, vestido de forma impecable, daba instrucciones a sus jugadores que en ese momento salieron con alma de zapadores para disputar un juego que se anticipaba caótico. Cercano a él, en el área técnica de La Máquina, Enrique Meza permanecía resguardado de la lluvia, mientras su auxiliar, Eugenio Villazón, asumía la responsabilidad de dar las indicaciones en pleno aguacero.
Los rojinegros pelearon en condiciones extremas, en una cancha que frenaba la pelota y que exigía mayor desgaste físico. Aguardaron en su terreno, atentos a cualquier posibilidad de contragolpe.
Lo que ocurría en las líneas del cuadro local era distinto. Lenta e imprecisa, en La Máquina nunca pesó tanto la ausencia de Christian Chaco Giménez, quien cumplió su segundo partido de castigo, de los seis que le impusieron tras la reyerta en las semifinales pasadas. Sin él, Emanuel Villa era un hombre solitario, con la mirada perdida esperando algún balón que no llegaba. Sin posibilidad de un jugador que enganchara con Villa, los locales mantenían el control de la pelota, pero eran incapaces de poner en peligro al Atlas.
Con todo, apenas transcurridos 20 minutos, una salida lamentable del arquero Miguel Ángel Pinto fue aprovechada por Israel Castro, quien en un remate de cabeza estuvo a punto de anotar. Habría marcado si Hugo Rodríguez no hubiera alargado la pierna para echar fuera el balón justo en la línea de meta.
Rodríguez no sólo salvó a los Zorros: 12 minutos después se metió al área celeste; recibió la pelota entre Ponce y Aquino, se dio el lujo de controlar con la parte interna del botín derecho, disparar y conseguir la anotación del Atlas.
La Máquina se ahogaba en su propia cancha y los jugadores no encontraban los recursos para moverse dentro del caos. Algo se modificó en el segundo tiempo. La lluvia había cesado y la cancha se mostró menos inhóspita. Meza sacó a Droguett y apostó por un juego más agresivo con Javier Orozco. Pocas veces –dijo el propio entrenador– un cambio puede rendir resultados tan rápidos. A los dos minutos de la segunda parte, Cruz Azul estaba asediando al arquero Pinto.
Gerardo Flores desbordó por la banda derecha y envió un servicio que sólo requirió de un toque para que Adrián Cortés empatara.
Con la cancha más amable, Meza metió a César Villaluz y ese empuje desencadenó una falta sobre Chuletita. Cortés fue el encargado de cobrarla y Tito Villa emergió en un mar de cabezas para marcar el segundo gol celeste.
Al final del encuentro, Meza dijo que tuvo que hacer cambios durante el medio tiempo, porque el equipo no sólo no funcionaba en el juego, sino que además había un defecto de conducta.