Sábado 30 de julio de 2011, p. a16
En los anaqueles virtuales de la red esplende una joya discográfica: Reinhold Gliere: Piano Works, rescate de partituras inéditas realizado por la pianista alemana Corinna Simon, con el musicólogo Klaus Martin Kopitz.
Se trata de un documento sonoro espléndido. Arroja luces en distintas direcciones. En primer lugar, aporta mayor atractivo hacia la obra de un autor casi desconocido: el compositor ruso Reinhold Gliere (1875-1956).
También, ilumina la franja de los primeros años del siglo XX en cuanto a los estilos, saberes y pensares dominantes en los salones de música de entonces.
Pero sobre todo aporta géiseres de deleite a los escuchas, pues gracias a la extraordinaria capacidad interpretativa de la maestra Corinna Simon, tenemos un disco irresistible: piezas cortas de luengas intensidades, estructuras sencillas pero dotadas de matices sorpresivos, un microuniverso en plenitud.
La maestra Corinna Simon informa al Disquero: “en el verano de 2009, junto al renombrado musicólogo Dr. Klaus Martin Kopitz, descubrí una buena cantidad de maravillosa música para piano escrita por el compositor ruso Reinhold Gliere.
El hallazgo lo realicé en la Biblioteca de la ciudad de Berlín. Gliere escribió esas obras en el periodo comprendido entre los años 1905 y 1908, cuando vivió aquí, en Berlín. Esa música es plena en emoción y virtuosismo. El hallazgo de estas piezas tiene una gran importancia para los expertos y para todo amante de la música. Grabé estas obras para la emisora Radio Cultura Alemana y ahora en disco compacto. Se trata de un estreno mundial en disco.
Reinhold Gliere es apenas conocido a pesar de la gran valía de muchas de sus obras, en especial la Tercera Sinfonía y esa partitura tan peculiar titulada Concierto para Soprano Coloratura, que en labios, pecho y garganta de Anna Netrebko sencillamente corta el aliento.
Al referirse a esta obra, el experto Benjamin Ivry anota en el cuadernillo del disco de obras para piano que grabó Corinna Simon: es una obra casi surrealista, suena como un vestido de novia hiperadornado que ha sido abandonado bajo la lluvia
.
Resulta muy interesante el retrato de Gliere que traza Ivry: no tuvo problemas con el estalinismo quizá porque sus caminos convergieron: ya antes de la música del realismo socialista
, Gliere se había acercado a la música popular rusa para construir andamiajes de belleza y poderío estético.
Fue maestro de Prokofiev, pero a diferencia de este último, no fue hostigado por los fundamentalistas rusos, como sí lo fue Shostakovich, víctima inclusive de la envidia que experimentó el mismísimo Stalin, ávido de fama, gloria y reconocimiento, pero sufrió enormidades al ver que alguien menor
que él, Shostakovich, no solamente era reconocido, sino amado.
La música para piano de Gliere era prácticamente desconocida antes del descubrimiento que realizó, hace apenas un par de años, la maestra Corinna Simon. Existen algunas, muy pocas grabaciones de los preludios, mazurkas y Exquisses. Y algunas partituras de música de cámara, con piano.
El álbum que ahora nos ocupa contiene piezas cortas de manera sencilla: Six morceaux; Trois morceaux; Trois Mazurkas; Eight Easy Pieces; Twelve Sketches; Vingt Preludes.
Entre otras virtudes, anota Benjamin Ivry, este disco ofrece panorámicas tan generosas como la posibilidad de atisbar los procesos épicos de la técnica composicional de Gliere, pero en miniatura.
Concentran la fuerza, el poder y la energía de un pensamiento musical épico, pero en dosis contenidas, a la manera como lo hizo Johannes Brahms en su música de cámara, donde ofrece vislumbres de sus sinfonías.
He aquí, entonces, una primicia mundial, cortesía de la pianista Corinna Simon. (El disco se consigue a través del portal Amazon, en Internet.)