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El producto contaminado con clembuterol viene de fuera, aseguran

Defienden calidad de carne en Acapulco
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de julio de 2011, p. 35

Acapulco, Gro., 26 de julio. Carniceros y trabajadores de rastros y mataderos de esta localidad aseguraron que el ganado de la región es sano y su consumo no es dañino para la salud.

Dijeron estar preocupados por los operativos sanitarios anunciados el lunes por el gobierno estatal, después de que se detectaron 477 hígados de res contaminados con clembuterol en Chilpancingo, y previeron un deplome de sus ventas.

Los becerros que matamos aquí comen puro pasto; los traen de Cuajinicuilapa o de Pinotepa; el problema es el ganado que viene de arriba (del norte de la entidad) y de fuera del estado, que engordan con puro químico, sostuvieron.

Los tablajeros acusaron a las autoridades municipales de usar un doble lenguaje, pues por un lago exigen trámites e impuestos a los rastros tolerados, pero permiten la proliferación de mataderos clandestinos en casas particulares y bodegas insalubres.

Nos exigen demasiado. De por sí vender carne ya no es negocio, pues toda la traen de fuera, y con tantos permisos que nos cobra el municipio, se encarece el producto, dijo el encargado de un rastro en La Sabana. Señaló que en los cinco años recientes el número de empleados del negocio se redujo de 10 a tres.

Claro que nos afecta lo que sale en las noticias sobre el clembuterol, pues todo el negocio se para, el ganado lo tienen detenido y no llega al rastro, consideró Felipe, trabajador del rastro del poblado La Sabana, quien recalcó que la carne que se comercializan en la localidad es saludable, pues los animales sólo se alimentan de pasto.

Dicen que la carne que traen de fuera es de calidad, pero la verdad es que trae puro químico y hace daño a la salud. Eso nos ha pegado a los comerciantes locales, sostuvo Felipe. Explicó que hace algunos años se mataban entre 25 y 30 reses al día, y ahora únicamente se sacrifican 15 a la semana, pues los consumidores compran en carnicerías productos provenientes de otras entidades.

Debido a que no existe un rastro oficial en Acapulco, han proliferado establecimientos para el sacrificio de ganado bovino y porcino, algunos de forma tolerada y otros de manera clandestina, sin que exista control adecuado de la calidad ni de los precios del producto.