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Ver día anteriorLunes 18 de julio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a Morir

¿Separarse para unirse?

“N

o se puede creer lo que escuchas de parejas que por inercia conservan la ‘sana’ costumbre de dormir juntos y en el mismo cuarto”, prosigue Roxana Padilla: “fingir que se está dormido para no acceder al bendecido débito conyugal, ponerse tapones en los oídos y tratar de conciliar el sueño mientras otro ronca, sujetar entre los dientes una lamparita para continuar leyendo, colocarse un incómodo antifaz en los ojos, salir a la azotea a fumar o soportar unos pies o unos zapatos malolientes, por no hablar de confesiones involuntarias, de frases o nombres reveladores mientras se sueña.

“Por eso la eterna queja de cada miembro de la pareja, por eso las relaciones matrimoniales empeoran o se cancelan, por eso, más otras causas, aumenta la violencia en el planeta, porque ni dormidos logramos un descanso profundo y reparador que al día siguiente nos reconcilie con nosotros mismos, con el otro y con el mundo.

“Hablo de un descanso profundo, protegido, reparador e individual, con autonomía energética y con el precioso y olvidado sentimiento de libertad. Esto no tiene que ver con lo espiritual o lo religioso, sino con estudios neurofisiológicos. Cuando se viaja sin la pareja, levantarse renovado al día siguiente suele atribuirse a la calidad del aire de esa ciudad, incluso habiendo dormido pocas horas tras un día de intenso trabajo. Más que la calidad del aire se trató de la calidad del descanso. La gente lo atribuye a la edad, a la contaminación o a las preocupaciones, cuando el problema reside en recibir energía de otro si no estamos conscientes.

“Nuestra energía no se va a renovar si mientras dormimos estamos dentro del campo energético de otra persona; se trata de una función y una necesidad del organismo que tenemos que volver más consciente, menos convencional y más estratégica, para que su propósito regenerador sea más benéfico que el mero reposo físico.

Las parejas que se atreven a experimentar este cambio quedan sorprendidas de los resultados, incluidos desde luego los que reducen los trastornos del sueño y los que atañen a la oportunidad y calidad erótica de la relación. Es un asunto de salud individual, familiar y colectiva, no de querer imitar en la cama escenas de películas. Dormir solos como pareja es un privilegio, pues se trata de una práctica para lobos, no para borregos. Puede sonar arrogante, pero es real y está comprobado, concluye Roxana.

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