n año después de Días perros (Hundstage, 2001), su formidable inicio en el relato de ficción, el documentalista austriaco Ulrich Seidl, notable por su trabajo previo para la televisión, realizó una cinta extraña que fue una suerte de balance crítico de las primeras impresiones del cambio cultural ocurrido en Europa luego de la caída del muro de Berlín.
Una pérdida esperada (Mit Verlust ist zu rechnen, 1992), prefigura en su estructura narrativa y en su disección social lo que su cinta más reciente Import/Export (2003) plasma de modo contundente: la pérdida total de ilusiones frente a una Europa homogeneizada en el mal gusto y la mezquindad moral, satisfecha de ser un laboratorio de políticas neoliberales que combinan opulencia y miseria, uniformidad cultural, segregación social y racismo.
La visión de Ulrich documentalista es profundamente escéptica, pero lo que revelan sus relatos de ficción no es menos esperanzador. Un determinismo implacable condena a los seres humanos a un destino de soledad y penuria (económica o espiritual, en ocasiones ambas a la vez), que suele ser una fría antesala de la muerte. Una imagen insoportable: el pabellón de ancianos desahuciados, aquejados de demencia senil, que en la última secuencia de Import/Export imploran la piadosa terminación de sus días. Antes de llegar a esa frontera fatídica hay diversas historias de vidas estériles o desgastadas que el realizador pepena en los linderos de su Europa central para ilustrar con ellas –mediante la metáfora o el realismo más crudo– los síntomas de la decadencia cultural que le ha tocado presenciar. Una de ellas es, por ejemplo, la que refiere Una pérdida esperada.
El austriaco sexagenario Josef (Sepp) Paur vive en Langau, poblado austriaco en la frontera con la Checoslovaquia de 1992, y a un año de la muerte de su esposa descubre que es tiempo ya de remplazarla. Con los años su primera pasión se volvió una comodidad doméstica, y desaparecida ahora el vacío en el hogar se ha vuelto insoportable. Ningún recuerdo particularmente amoroso, sólo la sensación de haber perdido una mujer que cocinaba bien y mantenía la casa en orden, y cuya ausencia es preciso remplazar por otra mujer igualmente funcional, dejando de lado el agotado interés sexual o el improbable entusiasmo afectivo.
Del otro lado de la frontera, en Safov, pequeño poblado checo, vive Paula Hutterova, una viuda de origen alemán que en esencia sólo busca descubrir, luego de la caída del sistema comunista, cómo viven los demás la muy mentada bonanza capitalista. Conocer a Josef, someterlo a un periodo de prueba, familiarizarse un poco con el confort de la vida en Austria es el reto que, luego de vacilaciones, decide enfrentar la mujer madura.
Como lo hará una década después en Import/Export, Ulrich Seidl contrasta aquí los estilos de vida en las comunidades fronterizas, esta vez a sólo un año del cambió social que perturbó millones de vidas, aportando dosis parejas de desasosiego y esperanza. Su diagnóstico sobre la nueva Europa de los años 90 es severo: En ella, dice, no importa tanto el hecho de que todos seamos partícipes de una tradición cultural similar. Los individuos carecen de importancia dentro de este sistema capitalista que tiende a anular la individualidad. Es la Europa de los límites y las fronteras sociales
(declaraciones en el Festival Internacional de Gijón, 2007).
Es esta realidad la que describe el cineasta en Una pérdida esperada, muy a su modo característico, combinando composiciones estáticas con personajes de frente a la cámara, inescrutables o inquisidores, y un manejo muy ágil de la cámara en mano.
Las matronas del pueblo desgranan sus anécdotas de los viejos tiempos difíciles, intercambian recetas de cocina, se preguntan sobre los posibles beneficios de la tecnología doméstica que trae consigo el libre mercado. Contemplan azoradas el lujo vulgar del consumismo ocioso en Occidente, recuerdan las viviendas grises e insalubres de las largas décadas de penuria colectivizada. Hablan de los inconvenientes o ventajas del machismo de sus parejas, y de sus viejas estrategias de mujeres para sobrevivir a la tiranía en el hogar y en la plaza pública. Ha quedado atrás el tiempo en que Josef o Paula buscaban el amor en sus parejas. La viudez, tan semejante a la orfandad nacional luego de la caída del sistema comunista, les aconseja buscar fórmulas mejores para lidiar con las inclemencias de la vejez y la pobreza, y para enfrentar la muerte, esa niveladora final de todos los destinos humanos.
Una pérdida esperada se exhibe hoy en la retrospectiva dedicada a Ulrich Seidl en la Cineteca Nacional. Sala 3 a las 18 y 20:30 horas.