¿Cada quien su cuarto?
s increíble que a algo tan primordial como el sueño y tan determinante para la salud, se le dé tan poca importancia por la costumbre, el amor o la obligación mal entendidos. En todo el mundo las parejas confunden dormir juntos con ‘amarse’ o ‘ser fieles’ y cuidado si uno de sus miembros pretende dormir en otro cuarto.” Habla la maestra Roxana Padilla, mexicana pensante y cosmopolita, dedicada al estudio y revisión del comportamiento humano considerado normal
y a sus terribles consecuencias para el planeta.
“Son demasiadas las indignidades recíprocas que padecen las personas con el pretexto de un deber ser equivocado, o de que dormir juntos tiene que ver con el amor y con el sexo, cuando ambas cosas deben ejercerse bien despiertos y mejor dispuestos, nunca fatigados, dormidos, malhumorados o forzados. A todos nos perjudica recibir inconscientemente la energía de otra persona. Para descansar de verdad se requiere dormir en tu propio espacio. Tras 18 años de dormir juntos, a las dos semanas de que mi esposo y yo decidimos dormir en cuartos separados, comenzó a salirle pelo y ambos empezamos a descansar mejor.
“Desde luego intervienen otros factores. Algunos lo atribuyen a la altitud, a una cena abundante o al estrés, pero está comprobado que a más espacios propios, más salud individual, y a mayor hacinamiento, más recepción y carga de energías ajenas. La cultura confunde lo convencional con lo adecuado, lo ortodoxo con lo sano, pero lo más difícil en esta vida es ser diferente, revelarse consciente y libremente ante lo establecido, por tradicional o acostumbrado que sea, atreverse a vivir otras experiencias y observar los resultados. No es que sea la fórmula secreta, es simplemente plantearse otras opciones de vida cotidiana más agradables.
Dormir en camas separadas no es suficiente, enfatiza Roxana. El descanso profundo y la recepción debidamente protegida de otra energía exigen cuartos separados que no tienen que ser necesariamente recámaras separadas, sino espacios individuales e independientes. Se trata de que la pareja no pase cada noche fastidiándose con problemas, como a qué hora llegó, cuándo va a apagar la televisión, el radio o la lámpara, si se levantó al baño y ya me despertó, si me pateó o si me descobijó. Olvidamos, agrega Roxana, cuando nos acostábamos sin pareja a las doce de la noche o más tarde y despertábamos a las seis de la mañana recuperados.
(Continuará)