i la antesala de 2012 era la elección para gobernador del estado de México, la unidad de las izquierdas
no basta para lo que viene.
A pesar de la fe de mucha gente, no basta combatir clientelismo con clientelismo, partidocracia con partidocracia, dispendio con dispendio, encuestas con encuestas.
Sin embargo, la derrota no fue una sorpresa, pues las encuestas anunciaron lo que sería la realidad; frente a ellas, la única estrategia fue desmentirlas. En los debates Alejando Encinas ganó todos, lo cual indica que la derrota no fue del candidato, sino de la estrategia y la estructura. ¿Por qué no funcionó la denuncia sobre los gastos de la campaña de Eruviel Ávila? ¿Por qué no convenció la idea de terminar con el cacicazgo de los de Atlacomulco? ¿Dónde quedaron los mítines previos que denunciaban con foto la relación entre Carlos Salinas y Enrique Peña Nieto? ¿Por qué se sigue votando por la mafia en el poder y está ahora de regreso?
El futuro está lleno de contradicciones: las izquierdas
, con sus bracitos levantados, han definido como método y prueba de posicionamiento
las encuestas, mientras nos llaman a no creer en ellas. Bajo ese método, o el llenado de plazas, se apuesta a que la elección del candidato de las izquierdas
la harán las empresas y la campaña de los poderes fácticos; es decir, la decisión la tendrán los que deciden todo en el país.
Cerradas las propuestas y dejado el proceso en manos de las burocracias partidarias, el fracaso es inminente, como lo fue la candidatura de Alejandro Encinas, que representó un esquema viejo, gastado, subordinado, bajo el control de los aparatos cuyo objetivo central seguramente no era ganar, sino arrebatarse las prerrogativas y darle migajas a la candidatura para hacer los guardaditos y seguir haciendo política con base en el presupuesto público y no en estrategias y convicciones.
El PRD, PT y Convergencia, como estructuras políticas, ya no sirven y no se encuentran a la altura de la expectativa de cambio de la ciudadanía atrapada entre el escepticismo y la falta de herramientas para manifestarse organizadamente. PRD, PT y Convergencia son parte de la partidocracia y subordinados a un discurso elemental que sólo sirve para fabricar derrotas, escabullirse y eludir responsabilidades.
PRD, PT y Convergencia se han ido convirtiendo en los paleros del PRI y su discurso sólo sirve para que los poderes fácticos globales y nacionales demuestren que en México hay democracia plena, basada en la confrontación, el insulto y la permanente descalificación del sistema electoral con recursos económicos que vienen del mismo sistema electoral.
Gracias a esta degradación constante, la estructura económica del sistema actual, del modelo financiero hegemónico, sigue funcionando sin tropiezos. Para la oligarquía mexicana, estas izquierdas
han sido un regalo que hay que proteger, pues mientras existan, histéricas, corrompidas y elementales, llenan el vacío, cuidan que no exista ningún peligro, pues todo cambio al sistema y contra la partidocracia sería también un peligro para el poder de ellos.
Lo que se ve claro también es que, al igual que en el estado de México, lo importante para las izquierdas
no es ganar la Presidencia de la República, sino ver quién controla el Distrito Federal. El punto de la disputa no es la candidatura presidencial, sino el gobierno de la capital, donde el enfrentamiento va en aumento sin saber que todas las descalificaciones mutuas entre ellos es suma cero para 2012, poniendo en puerta la posibilidad de una derrota en el DF en favor del PRI, a quien han favorecido desde 2006.
Si la fuerza de 1996-1997 vino del nororiente del valle de México, ahora de allá viene la posibilidad de la restauración priísta. Neza, Ecatepec y Texcoco vienen extendiendo su influencia sobre Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza e Iztacalco, que están al borde de cambiar bandera.
Lo más claro es que las estructuras cerradas de las burocracias partidarias no son opción de apertura política, sino extensiones de la complicidad con la partidocracia defendida por el priísmo. El PRI tiene claro que luchando en el esquema del clientelismo, el reparto de prerrogativas, la compra de medios y el diseño de encuestas, ellos ganan, y por eso su determinación es impedir cualquier cambio o reforma que abriera espacios en la ciudadanía. Al PRI no le interesa la abstención ni el voto nulo, pues consideran que su legitimidad no viene del voto, sino del ejercicio del poder autoritario y discrecional. Sólo una reforma política en favor de la ciudadanía los pondría en peligro, y por ello sólo empujarán la reforma laboral y de seguridad, pues quieren que el PAN pague los costos, pero con leyes que a ellos les servirán.
Lo fundamental para los movimientos democráticos sería liberar la idea de candidaturas, abrir la posibilidad de otras propuestas a las ya existentes y aislar las actuales disputas de las izquierdas
que, como han demostrado antes y ahora en el estado de México, sólo han conducido a las derrotas.
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