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El artista español leyó su poesía en el Palacio de Bellas Artes

Luis Eduardo Aute escanció poemigas, versos y reversos
 
Periódico La Jornada
Miércoles 29 de junio de 2011, p. 6

La velada se anunció con el título de Sólo poesía. Sin embargo, al tomar la palabra, Luis Eduardo Aute advirtió a los asistentes al Palacio de Bellas Artes: me temo que está lejos, sólo algunos destellos que aparecieron durante poco más de una hora de lectura de las llamadas Poemigas. Ahí van estás migas para hormigas amigas... y enemigas.

La palabra, la muerte, el amor, el sexo, Dios, los sueños, la lucha de clases y Marx desfilaron por esos versos breves, que ingeniosamente juegan con las letras, creados por un artista polifacético: dibujante, cineasta, músico y poeta, como lo presentó la noche del lunes Luis Eduardo Casar (según confesó se autonombró Luis toda la semana para ser más tocayos).

La carcajada burbujeante saltó espontánea entre el público concentrado en el vestíbulo del edificio de mármol. La muerte, más que el sueño eterno, es la eternidad sin sueño. Enseguida, un silencio breve, a fin de analizar el sentido del siguiente verso y su reverso, de otro más de los poemigas, como las migas de pan, palabras que a fuerza de repetirlas se convierten, juegas con ellas y les das vuelta como un calcetín. Chistes que pudieran ser poemas, definió.

No hay aniMAL que por aniBIEN no venga, comenzó a leer, después de mostrar al público su libro de bolsillo, que según dijo, pesa casi dos kilos: AnimaLhada, compilación de volúmenes anteriores AnimaLuno, AnimaLdos y Animal3D, el cual contiene textos y gráficas. Aute ha publicado más de una docena de poemarios, además de libros-discos, comenzando en 1975 con La matemática del espejo.

Su trabajo de escritor ha emergido de manera paralela al de compositor e intérprete, con más de 30 discos, la mayoría también plagada de poesía como 20 canciones de amor y un poema desesperado (1986), además de exposiciones de su obra dibujística y pictórica, alternando con sus aportaciones cinematográficas, destacando el largometraje animado Un perro llamado Dolor (1998).

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Luis Eduardo Aute, anteanoche, durante su presentación en el Palacio de Bellas ArtesFoto Marco Peláez

Animal, por ejemplo, me gusta mucho. Esta palabra genérica que en anagrama forma Manila, donde yo nací, en la capital filipina, en 1943. Si se lee al revés, es lámina, sinónimo de dibujo, como los que plagan el pesado volumen que yace sobre la mesa. Y luego, de acuerdo con la tradición cristiana, los animales no tienen alma, sin embargo, se origina del latín anima, que significa alma. Toda esa reflexión surge tan sólo de una sola palabra.

Los cuerpos, después del amor, huelen a alma, El sibarita no le dijo no a un bar, ¿Tenía ADN Adan?, ¿Por qué solFEO y no solGUAPO? Y así, saltaron uno tras uno los aforismos ácidos, profundos, críticos, pícaros, irónicos, herejes, amorosos y sensuales, ¿Dios es normal o norbien? De repente, vociferó haciendo retumbar el salón, en otras habló en susurros, acompañó la risa, el manoteo en el aire y la camaradería con su compañero de mesa, quien aportó algunos Poemínimos de Efraín Huerta.

Y de entre escritores y poetas, surgió Ernesto Sabato, fallecido en abril pasado, a quien Aute recordó en homenaje a su amigo, a quien citó: El hombre de hoy vive a alta presión, ante el peligro de la aniquilación y de la muerte, de la tortura y la soledad. Y, agregó, habría que decir: El hombre de hoy que se vende al peor postor. También mencionó los nombres de John Lennon, Mickey Mouse, Carlos Marx y Jesucristo.

Cuando cerró las páginas del libro y del recital hasta los personajes de los murales de los altos pisos parecían sonreír, mientras el público seguía dando vueltas en su cabeza a las poemigas, como Glúteos del mundo, aglutinaos. Nalga la redundancia.