Depresión, desórdenes alimentarios o de sueño, entre los males que ocasiona, señala
El cerebro actúa ante los pensamientos constantes que generan angustia aunque no se lleguen a concretar y eleva la dosis de adrenalina, entre otras respuestas bioquímicas: José Antonio Terrón
Viernes 24 de junio de 2011, p. 2
Estar atrapado en el tráfico de la ciudad, llegar tarde al trabajo o perder documentos importantes son hechos posibles, pero que aún no enfrentamos. No obstante, nuestro cerebro actúa como si fueran reales, lo que ocasiona estrés crónico. Esto a su vez puede generar cansancio, ansiedad, depresión, problemas de aprendizaje, desórdenes alimentarios o del sueño, e inclusive alteraciones cardiovasculares, entre otros padecimientos.
José Antonio Terrón, investigador del departamento de Farmacología del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional y especialista en la fisiopatología del estrés, señaló que muchos de los padecimientos que ocasionan el estrés crónico son producto de películas mentales
en las que imaginamos situaciones de riesgo que provocan una alteración de la respuesta bioquímica del cuerpo.
En entrevista con La Jornada, explicó que de forma cotidiana tenemos miles de pensamientos ficticios sobre cosas que nos pueden generar angustia y que no se llegan a concretar, pero el cerebro responde a nuestros pensamientos y eleva la dosis de adrenalina, sube la presión arterial, hay dilatación de pupilas, sudoración, y los músculos de piernas y brazos están listos para el ataque o la huida
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Todos los días enfrentamos circunstancias que pueden producir temor o ansiedad, pero si continuamente tenemos estos pensamientos, sean reales o no, creer que en cualquier momento entrará el jefe y nos puede regañar, encontrarse en el Metro con una persona que nos cae mal, creer que se está en riesgo de ser asaltado cuando se viaja en el transporte público, todo esto alimenta una condición constante de ansiedad que el cerebro percibe como un riesgo elevado de peligro real
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El estrés, como respuesta fisiológica, apuntó, preparara a nuestro cuerpo para atender situaciones de emergencia. Las neuronas envían mensajes al organismo para proveerlo de energía y mantenerlo en un estado de alerta, lo que repercute sobre los circuitos neuronales que emplean sustancias químicas como la serotonina, que puede ocasionar ansiedad.
Sistema de alarma
Explicó que nuestros pensamientos tienen una respuesta fisiológica que activa nuestro sistema de alarma
. Esto ocasiona que el cerebro demande una enorme cantidad de energía ante situaciones, reales o ficticias, que percibe como un peligro real, lo cual tiene un costo elevado para el organismo, le ocasiona diversos padecimientos y alteraciones que nos impiden tener una buena calidad de vida
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Terrón, quien ha estudiado la farmacología cerebrovascular de la serotonina y su relación con los mecanismos involucrados con la migraña, indicó que existe una fuerte conexión entre lo que percibimos como un peligro, aunque no sea real, y la respuesta inmediata de nuestro organismo, que gracias a las neuronas envía mensajes para incrementar el flujo sanguíneo al cuerpo, en particular a las extremidades, si es que se requiere huir o confrontar un ataque, se dispara la adrenalina para tener capacidad inmediata de respuesta e incluso se dilatan las pupilas
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Estudios recientes, apuntó, han demostrado que incluso los niños menores de un año pueden percibir condiciones de riesgo en el ambiente que les rodea, si es agradable u hostil, si su relación con la madre es tensa o no, y esto puede generar una sobreestimulación de su sistema de alarma que puede programar cambios que perduran hasta la vida adulta.
Se trata, indicó, de personas más sensible a entornos que perciben como riesgosos, sean reales o no, y esto les genera más estrés, lo que ocasiona que vivan en una constante sensación de angustia y ansiedad.
El estrés, agregó, no es una condición externa a nosotros, sino una forma en la que hemos decidido vivir, pero que podemos cambiar, pues requerimos de un sistema de alerta para mantener nuestra integridad, pero no generar de forma constante pensamientos que nos llevan a sensaciones de temor o inseguridad
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