Morelia, Mich., 17 de junio. Cuando fui jugador, entre más presión había, mejor jugaba, expresa un relajado Raúl Gutiérrez, técnico de la Sub-17, cuyo equipo debutará este sábado ante Corea del Norte en el Mundial que empezará al filo de las 15 horas en el estadio Morelos.

En medio de la indiferencia casi general de los morelianos, sólo la prensa acecha al Tri, pero el Potro Gutiérrez prefiere resguardarse de micrófonos y cámaras a sus jóvenes pupilos. Aunque de una cosa se ha asegurado: transmitirles esa tranquilidad y confianza que rezuma.

¡Claro que hay cierto nerviosismo. Esa dosis de ansiedad que nunca se deja de sentir!, pero también llegó el momento de mostrarse, expresa el timonel, en charla informal en el lobby del hotel donde se hospedan los cuatro representativos que tendrán actividad en esta ciudad: Norcorea, Congo, Holanda y México.

Desecha el pánico escénico en sus dirigidos al imaginar el pletórico y engalanado inmueble. No es nada del otro mundo, el protocolo, los himnos y listo, dice el ex jugador emblemático del Atlante que también militó en el América.

Bastan unos instantes de diálogo para advertir que Gutiérrez está fastidiado de las comparaciones con la Sub-17 que se coronó en Perú 2005, pues se anticipa y puntualiza: estoy hasta aquí de eso...

No obstante, lanza un anzuelo a la curiosidad y advierte que en su plantel hay tres o cuatro jugadores “mejores que Chicharito Hernández”; su anhelo es que exploten a la hora de la verdad; es decir, dentro de unas cuantas horas.

En la víspera, apenas ante una veintena de infantes, el plantel hizo trabajo ligero en el estadio Venustiano Carranza. Por primera vez el Tri abrió sus puertas al público, pero tal parece que casi nadie se enteró.

Los niños pequeños pidieron autógrafos a los niños mayorcitos, los de playera verde, quienes dejaron ver su buen ánimo jugando a ser reporteros que entrevistan a los policías.

Un taxista resume el sentir de la afición: Son jugadores desconocidos, no sabemos nada de ellos. Es una selección chiquita.

Apenas pequeños carteles de publicidad color verde, que se pierden entre el follaje de los árboles en las principales avenidas. Eso es todo. En las inmediaciones del estadio Morelos –donde se prevé la presencia de Felipe Calderón en la ceremonia inaugural– hay más camionetas negras repletas de uniformados de la Policía Federal que gente en las taquillas. Las versiones aseguran que ya todo está en manos de la reventa.

Ante este panorama, lo mejor es el optimismo que desborda el plantel. Así lo deja ver el preparador físico Vicente Espadas, quien asegura que tras más de 14 meses de trabajo y luego de varios partidos de preparación por diversos continentes el equipo está con gasolina para rendir más de 90 minutos. Ahora sí que, ¡juventud, divino tesoro! Todo está listo, nada de lesiones, estamos completitos.

Ni siquiera hay preocupación por el mal estomacal que aquejó hace unos días al capitán Antonio Briseño; es un toro, define Espadas, quien descarta que el calor vaya a afectar el espectáculo o el plantel. El equipo debe estar perfectamente bien para mañana, perfectamente sincronizado, concluye.

En la cancha del estadio Venustiano Carranza, los jugadores, mientras tanto, se familiarizan con ese entorno blindado y establecen lazos de confianza con los agentes que los resguardan e incluso les piden sus armas para sostenerlas un momento.

Un oficial le presta sonriente el rifle de cargo al capitán del equipo, Antonio Briseño, mientras otros jugadores conocen técnicas para someter con las esposas. Así se entretienen, a unas cuantas horas de arranque el Mundial de la especialidad en este país, en medio de un gran dispositivo de seguridad.