Estudian el cerebro de hombres y mujeres homo y heterosexuales mediante resonancia magnética
La orientación sexual no es cuestión de elección, sino neurobiológica, dijo científico de EU ante 3 mil especialistas en reunión de asociación neurológica europea, en Lisboa
No hay evidencia científica de que la orientación sexual se pueda cambiar. Además, los llamados tratamientos de la homosexualidad crean un ambiente en el que florecen el prejuicio y la discriminación, señaló el Real Colegio de Siquiatras del Reino Unido en 2010. La imagen, a las afueras de una tienda de ropa que prometió dos prendas gratis a los primeros 100 clientes que llegaran en ropa interiorFoto Xinhua
Viernes 17 de junio de 2011, p. 2
La orientación sexual no es cuestión de elección, sino neurobiológica al nacer.
Eso dijo Jerome Goldstein, director del Centro de Investigación Clínica de San Francisco, en un discurso ante 3 mil neurólogos de todo el mundo, en la 21 reunión de la Sociedad Neurológica Europea, el mes pasado en Lisboa.
Con ello intentó resolver un acalorado debate de décadas: ¿los gays nacen o se hacen? Es un enigma porque la homosexualidad plantea un dilema biológico. No existe una ventaja evolutiva obvia en las relaciones entre el mismo sexo; entonces, ¿por qué unas personas se sienten atraídas hacia las de su mismo sexo? La atracción sexual aporta el impulso para la reproducción: en términos darwinianos, el sexo es un medio, no un fin. Desde una perspectiva evolutiva, las relaciones entre el mismo sexo deberían ser descartadas por la selección natural.
Pese a ello, son comunes en el reino animal. Las aves las tienen, y es probable que las abejas y las pulgas también. Entre los muchos ejemplos están los pingüinos, de los cuales se sabe que entablan relaciones de por vida con su mismo sexo, y los delfines y bonobos, que son completamente bisexuales. Se han ofrecido varias explicaciones de la ventaja evolutiva que tales relaciones podrían conferir. Por ejemplo, los albatros hembras de la especie Alisan forman parejas del mismo sexo, que son más aptas para criar a los polluelos que las hembras solas. La homosexualidad también podría fortalecer el tejido social o atenuar el conflicto entre machos cuando hay escasez de hembras. Las parejas gays no preservarán sus propios genes, pero podrían preservar los del grupo al que pertenecen.
Diversos puntos de vista
Se ha citado la existencia de la homosexualidad en el reino animal como prueba de que no es un pecado contra natura. La Asociación Siquiátrica Estadunidense retiró la homosexualidad de la lista de trastornos mentales hace casi 40 años, en 1973, y la Organización Mundial de la Salud hizo lo propio en 1992. Apenas en febrero de 2010, el Real Colegio de Siquiatras del Reino Unido emitió un comunicado para clarificar que la homosexualidad no es un trastorno siquiátrico
y añadió: No hay evidencia científica de que la orientación sexual se pueda cambiar. Además, los llamados tratamientos de la homosexualidad crean un ambiente en el que florecen el prejuicio y la discriminación
.
Esta declaración fue motivada por una encuesta realizada entre mil 400 siquiatras y terapeutas, la cual descubrió que más de uno de cada seis habían ofrecido convertir a gays en heterosexuales, o reducir sus sentimientos gays o lésbicos. Además, los casos no se concentraban en el pasado, sino se extendían a lo largo de décadas hasta el presente.
El profesor Michael King, de la Escuela Médica del Colegio Universitario de Londres, quien encabezó el sondeo, publicado por BMC Psychiatry, comentó en ese tiempo: “No esperábamos que ocurriera en esa proporción y en realidad estamos preocupados… Es perturbador y dañino, y no hay ninguna prueba en absoluto de que funcione”.
Un dato enigmático fue que fueron mucho menos terapeutas los que dijeron que intentarían cambiar la orientación sexual de una persona si ésta lo pedía –uno en 25– que los que reconocieron haberlo hecho en realidad. Al parecer les incomodaba dar el tratamiento o reconocer que lo habían hecho. Es posible que la presión de pacientes que exigían ayuda a causa del acoso o la discriminación los haya impulsado a intentarlo.
El profesor King comentó: Si el terapeuta no tiene la prudencia de decirles que la orientación sexual forma parte de ellos y que nada tiene de patológica, puede sentirse tentado a intentar cambiarlos. Lo que debe decir es que es muy infortunado que sufran hostigamiento, y tratar de ayudarlos a enfrentar esa situación
.
La investigación neurobiológica citada el mes pasado por Jerome Goldstein en Lisboa ha servido para reforzar esta visión. Si se puede mostrar que el cerebro de los gays tiene una fisiología diferente del de los heterosexuales, es más difícil de sostener la idea de que son aberrantes
y se les debe cambiar.
Estudios en gemelos han revelado un posible vínculo genético con la orientación sexual, y el doctor Goldstone se propone examinar con resonancia magnética los cerebros de gemelos idénticos para buscar diferencias.
Investigadores del Instituto Karolinska, en Estocolmo, usaron aparatos de resonancia magnética que miden el flujo sanguíneo hacia el cerebro y encontraron diferencias en el tamaño de la amígdala en el cerebro, la cual tiene un papel esencial en las respuestas emocionales. El cerebro de los hombres homosexuales se parece al de las mujeres heterosexuales, y el de mujeres homosexuales, al de los hombres heterosexuales.
La investigación se acumula a otros estudios de diferencias neurológicas entre hombres y mujeres homo y heterosexuales. Un estudio encabezado por Qazi Rahman en Queen Mary, en la Universidad de Londres, encontró que los hombres gays y las mujeres heterosexuales tienen en común un deficiente sentido de dirección y tienden a encontrar su camino usando referencias o preguntando a alguien. Los hombres heterosexuales se apegan al mapa con obstinación.
Es posible que el lado derecho del cerebro, que domina las capacidades espaciales, esté ligeramente más desarrollado en hombres homosexuales y lesbianas. En cambio, un estudio anterior reveló que los hombres gays y las mujeres heterosexuales se desempeñaban mejor que las lesbianas y los hombres heterosexuales en facilidad de palabra.
Estos estudios respaldan los realizados por Simon LeVay, neurocientífico gay del Instituto Salk de San Diego, California, quien afirmó haber hallado diferencias estructurales entre los cerebros de hombres homo y heterosexuales. Análisis post mortem realizados por LeVay revelaron que una región del cerebro llamada núcleo intersticial del hipotálamo anterior es de dos a tres veces más grande en hombres heterosexuales que en mujeres. En cambio, en hombres homosexuales es más o menos del mismo tamaño que en ellas.
Diferencias
Lo anterior apoya la noción de que el cerebro de los hombres gays es en algunos aspectos semejante al de las mujeres. Pero LeVay reconoció que es imposible decir si esto ocasiona que una persona sea gay o si las diferencias entre cerebros son consecuencia de ser gay. Para que las pruebas fueran contundentes, sería necesario mostrar que las diferencias neurológicas existían en etapas tempranas de la vida y que era posible predecir la orientación sexual a partir de ellas.
A LeVay le cautivaba la idea de que, si los gays nacieron así
, se socavaría la presunta moralidad de la discriminación a los homosexuales. Creía que un estilo de vida basado en una propensión innata, más que en una elección consciente, es mucho más difícil de condenar.
Jerome Goldstein coincide en ello. Debemos continuar acumulando datos que muestren diferencias o similitudes entre los cerebros de personas homosexuales, heterosexuales, bisexuales o transgénero
, señala, y añade: La neurobiología de la orientación sexual y el cerebro gay, aunada a otros estudios hormonales, genéticos y estructurales, tiene consecuencias de largo alcance, más allá de la orientación sexual
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© The Independent
Traducción: Jorge Anaya