Funcionarios del GDF y reporteros participan en el trayecto de 12 calles
La gente mira sólo para arriba, y desde ahí no se da el respeto, dice Angélica, minusválida
Viernes 17 de junio de 2011, p. 37
Angélica Piña tenía 21 años cuando un accidente automovilístico la dejó en silla de ruedas y con 80 por cierto del cuerpo paralizado. Se tardó siete años para poder salir de su casa y un poco más para hacerlo sola. Ha dependido de la silla de ruedas por 12 años y sabe bien lo que es entrar a un lugar público sin baños para discapacitados, hacerle sin éxito la parada 16 veces a un taxi, ir a un lugar sin rampas o simplemente ver que la gente mira sólo para arriba
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Ayer, Angélica recorrió el Centro Histórico con 25 voluntarios sin problemas para desplazarse y seis personas en silla de ruedas por inmovilidad en los pies, quienes son una pequeñísima parte del casi medio millón de personas que en el Distrito Federal padecen alguna discapacidad.
Solamente cuando se mueven en dos ruedas manejadas con las manos, hechos cotidianos como una manguera tirada que abastece gas, una coladera ladeada o un hoyo en el pavimento se convierten en obstáculos insalvables que exacerban el instinto de ponerse de pie y dejar la silla de ruedas como medio de transporte.
Pero un día te das cuenta de que no te puedes parar, que tus pies no se mueven. Antes del accidente, andaba en mi mundo, sin darme cuenta lo que es una discapacidad. Esto te cambia la forma de ver la vida. Es un mundo totalmente distinto, valoras la vida de otra manera y te das cuenta lo importante que es cada parte de tu cuerpo
, explica Angélica.
Con el propósito de ver precisamente de otra manera la movilidad y generar el respeto a los espacios para personas con discapacidad, el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Procuración de Justicia del Distrito Federal organizó este recorrido de sensibilización en silla de ruedas, en el cual participaron el propio presidente del organismo, Luis Wertman, y la autoridad del Centro Histórico, Alejandra Moreno Toscano, entre otras autoridades, además de comunicadores.
En tan sólo un recorrido de 12 calles, del Eje Central Lázaro Cárdenas y avenida Juárez a Madero y Zócalo, los participantes, que sortearon insultos de automovilistas, atorones en cada calle por desniveles, obstáculos y falta de habilidad para manejar un vehículo que los peatones ven como un estorbo a su paso, expresaron la necesidad de tener en cuenta a cada una de las personas que viven con alguna discapacidad.
El miedo es enfrentarte al mundo desde la parte de abajo. La gente sólo ve para arriba y desde ahí no se da el respeto. El miedo es a los espacios. Uno no se puede mover fácilmente, hay que estudiar adónde se va a ir. Los taxistas no te hacen la parada porque piensan que te van a cargar
, relata la joven.
Angélica, quien maneja desde hace tres años para tener independencia, pide respeto para las personas con discapacidad, a los cajones de estacionamiento y a los baños, porque es una gran frustración no alcanzar uno. Todavía no podemos volar
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El recorrido termina y Angélica dispara: qué suerte que te puedes parar
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