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Ver día anteriorMartes 14 de junio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Kahlo: sobre autentificaciones
L

a prensa y otros medios se ocupan otra vez del acervo Noyola acerca de Frida Kahlo, que se integra de mil 200 items entre objetos, efímera y memorabilia. En la reunión de prensa del pasado 9 de junio, en la Casa Azul, se puso en claro que la Procuraduría General de la República no estableció si el acervo era o no atribuible a la pintora. Únicamente se dictaminó que no existía delito que perseguir.

El Fideicomiso Rivera-Kahlo del Banco de México no está facultado para dictaminar sobre la legitimidad de éstas u otras obras de los pintores, pero sus integrantes, entre quienes se cuenta Guadalupe Rivera Marín, hija de Diego Rivera –asistente a la reunión, al igual que Carlos Philips Olmedo– sí saben que dicho acervo, comentado incluso en blogs de diferentes países, es considerado inauténtico.

Lo que no llegó a decirse es que quienes, justificadamente o no, somos considerados expertos por el fideicomiso, jamás hemos cobrado ni un peso por pesquisar, analizar o emitir opiniones al respecto. Eso establece diferencia entre quienes sí las han emitido favorablemente. ¿Es posible que se crea que nos consideramos dueños intelectuales de Frida Kahlo como si de una reliquia se tratara? Lo único que obtenemos es, en dado caso, algunos insultos, amenazas.y a veces hasta interrupción de antiguas amistades. Tranquilidad de conciencia, bien inapreciable: eso sí que obtenemos.

Entre las cuestiones que se alegan es que, a excepción de una o dos personas, conocemos el acervo mediante fotografías e ilustraciones que se publicaron fundamentalmente en el libro Finding Frida Kahlo. Es justo decir que la autora del mismo no se comprometió a aseverar que escribió e ilustró sobre material legitimado.

El discutido volumen dio como resultado un blog internacional integrado por curiosos y por algunos entendidos. Entre estos últimos hay quienes califican el material de grotesco, en tanto que la contraparte defensora menciona con frecuencia a los fridos que han sobrevivido a su maestra, llegando a emitir opiniones certificadas. Sólo Raquel Tibol, en opinión recogida por Merry MacMasters, ha dicho algo contundente al respecto.

Las marcas básicas o esenciales de una falsificación son evidentes hasta en ilustraciones blanco y negro; esa es la experiencia que tenemos quienes accedemos a ver imágenes presentadas por personas que desean saber si deben o no invertir dinero, tiempo y esfuerzo en el intento de lograr una certificación.

Pongo un ejemplo –no entresacado del acervo Noyola. Aparece en fotografía la figura de Frida Kahlo, junto a una muñeca ostentando este enunciado: Con la esperanza de que mi muñeca camine y la firma, es decir, el nombre de Frida Kahlo al calce. No se necesita conocer físicamente el cuadro, ya se sabe de dónde provienen las imágenes y también la impropiedad de la leyenda en cuanto a expresión de Frida.

Hay métodos científicos y de laboratorio necesarios e incluso indispensables que permiten a restauradores, estudiosos y coleccionistas obtener datos que van más allá del pedigrí, del golpe de ojo y de las cuestiones estilísticas. Los análisis pueden probar que tal o cual pintura es espuria, pero hay buena cantidad de obras espurias, principalmente del siglo XX, que han pasado todos esos tests, incluido el del análisis microquímico de los pigmentos, fotomicrógrafos, luz ultravioleta y procedimientos aún más avanzados que verifican la época en la que la obra fue ejecutada, no la mano del artista.

A la mesa de prensa convocada por Hilda Trujillo asistieron James Oles, Rafael Coronel Rivera y Diego López (quien sí conoce en vivo el acervo Noyola), además de Guadalupe Rivera y Carlos Philips Olmedo.

Se comentó que dicho acervo sería objeto de una muestra. ¿Qué instancia lo recibiría para su exhibición?, pues no es lo mismo, se dijo, que se presentara, pongamos por caso en San Ildefonso, que en la galería la Tortuga.

El proyecto no debiera desasosegar ni provocar sentimientos contrarios. El sitio de exhibición no estaría autentificando, quedaría constreñido a exhibir el acervo Noyola en torno a Frida Kahlo. Y si se pudieran adherir piezas de la Fundación Olmedo, de Tlaxcala, de algunos coleccionistas consabidos e incluso del Museo de Arte Moderno, además de la edición facsimilar del llamado Diario, en hojas desperdigadas para su adecuada visión, mejor, qué mejor.

La exhibición contaría sin duda con amplia afluencia de público, tanto nacional como foráneo. No obstante, conviene plantear de antemano: ¿quién respondería por los seguros del acervo Noyola?