Estudiosos del clima espacial en EU vigilan satélite con sobrevida de 12 años
El Sol, en su mayor actividad en 50 años; reportan riesgo de lluvias devastadoras hasta 2013
Científicos estadunidenses y británicos se preparan para estudiar cambios de clima del astro
Martes 14 de junio de 2011, p. 2
Tom Bogdan no parece ser una persona nerviosa, pero algo le quita el sueño. Su insomnio es causado por un satélite de 14 años de edad, ubicado entre la Tierra y el Sol, a kilómetro y medio del planeta. Le inquieta que un día pueda morir de repente y dejar al mundo sin un sistema vital de alerta temprana contra una devastadora tormenta solar.
Bogdan encabeza el Centro de Predicción del Clima Espacial, con sede en Boulder, Colorado, Estados Unidos, única operación civil en el mundo dedicada las 24 horas de todos los días a pronosticar el tamaño de las tormentas solares y el momento en que ocurrirán. El satélite que perturba su sueño, llamado Explorador de Composición Avanzada, se diseñó para una vida útil de apenas dos años.
La semana pasada, la Tierra fue bombardeada por millones de toneladas de partículas solares que viajan a 1.6 millones de kilómetros por hora. Por fortuna, esta tormenta solar fue un asunto relativamente menor; el centro del doctor Bogdan le asignó la categoría uno, la más baja de cinco. Pero siempre existe el riesgo de que un día la Tierra sea azotada por una de categoría cinco, que en términos de clima espacial equivale a un huracán cósmico capaz de destruir satélites GPS, redes de energía y telecomunicaciones esenciales.
Apenas el principio
El Sol sale en estos días de su periodo de mayor inactividad desde que comenzó la era espacial, hace 50 años. Es seguro que el evento de la semana pasada fue apenas el principio de un ciclo cuya culminación se prevé para 2013. Durante este aumento de actividad podemos esperar que la Tierra será alcanzada por algunas devastadoras tormentas solares.
Gran Bretaña ha formado equipo con Estados Unidos para crear un segundo centro de predicción del clima solar que, como el de Boulder, opere las 24 horas para hacer predicciones sobre una inminente eyección masiva en la corona
, cuando el Sol emita mil millones o más de toneladas de partículas cargadas de energía que se mueven a 1.6 millones de kilómetros por hora y pueden interactuar con dispositivos electrónicos y magnéticos, desde satélites hasta transformadores eléctricos.
La Oficina Meteorológica del Reino Unido y el centro del doctor Bogdan intercambian ahora modelos de computadora y experiencia, con la esperanza de aprender uno del otro sobre las vaguedades de la predicción del clima solar, la cual Bogan reconoce que está aún en pañales: Hoy, por desgracia, el clima espacial está donde la meteorología se encontraba a finales de la década de 1950
.
Desde su oficina, tapizada de libros, se contemplan las Montañas Rocallosas; está situada dentro de los laboratorios de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, responsable de predecir huracanes en la Tierra, entre otras cosas. Bogdan es matemático y su interés por el Sol surgió al conocer a su supervisor académico, un científico llamado Eugene Parker, quien predijo la existencia del viento solar antes que fuera descubierto.
Una de las habilidades indiscutibles del doctor Bogdan es lo que en Estados Unidos se denomina alcance público
. En otras palabras, es un buen comunicador, como se demuestra en su descripción de lo que ocurre cuando el Sol comienza a ponerse activo.
Por lo regular empieza como una llamarada solar, compuesta de un montón de radiación ultravioleta y de onda corta que viaja a la velocidad de la luz, así que tarda ocho minutos en llegarnos desde el Sol
, explica.
“Aquí, a nivel del suelo, nunca la vemos ni la experimentamos, pero es absorbida en la atmósfera por la capa protectora de ozono. Conduce a una ionosfera hiperactiva e impacta a las personas que operan el GPS y cualquier radiocomunicación de alta frecuencia.
De 10 a 30 minutos después, si estamos bien conectados al sitio del Sol donde ocurrió el evento, las partículas energéticas comienzan a bombardear la atmósfera.
En ese momento se vuelve peligroso que los astronautas anden en el espacio, porque esas partículas pueden penetrar sus trajes protectores y dañar su ADN. También pueden causar interrupciones en dispositivos electrónicos controlados por computadora. “En el pasado tuvimos satélites que quedaron inutilizados por severas tormentas de radiaciones –señala Bogdan–. Sin embargo, los grandes impactos que nos preocupan son en las redes de energía, porque esos largos cables conectados a transformadores pueden recoger corrientes que causen interrupciones de energía.”
La mayor tormenta solar conocida ocurrió en 1859 y fue documentada por el astrónomo británico Richard Carrington, con cuyo nombre se conoce hoy aquel fenómeno. En 2003, una tormenta solar causó la pérdida de un sistema de navegación aérea a lo ancho de Estados Unidos que se apoyaba en satélites del GPS (siglas en inglés de sistema de posicionamiento global
).
El doctor Bogdan señala que el reciente acuerdo entre el presidente Obama y el primer ministro británico David Cameron para construir un segundo centro de predicción del clima solar se basa en la idea de que la sociedad es hoy más vulnerable que antes a la actividad del Sol.
La tecnología avanzada se ha infiltrado prácticamente en todo lo que hacemos. El GPS ha entrado en muchas partes de nuestra vida
, expresa. Pero esta dependencia crea vulnerabilidad, y por eso se necesita que una cabeza fría advierta al mundo sobre una tormenta de categoría 5, que iguale al devastador fenómeno Carrington de 1859.
Sabemos que el Sol es capaz de generar otro suceso como el de 1859. Sería miope decir que eso es lo peor que cabe esperar. Es probable que sea algo todavía peor
, advierte.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya