Escuchando agravios
a reivindicación de los familiares asesinados: trabajaba de abogada en Chihuahua
, era un artista grafitero del estado de México
, estudiaba la preparatoria y era deportista en Villas de Salvárcar
, se dedicaba a sus hijos y trabajaba en un centro comercial de Durango
, se ganaba la vida como estatua viviente en Monterrey
, son parte de la serie de dolores que vertieron cientos de personas al paso de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad. La reivindicación de sus muertos es la parte más relevante de su testimonio. Si no me lo devuelven, al menos que no se diga que era un criminal
, resume el sentir Teresa Carmona, madre de Joaquín, estudiante de arquitectura en la ciudad de México, asesinado hace 10 meses.
Después de recorrer nueve estados de la República, la caravana motorizada que se inició con 13 autobuses arribó al epicentro del dolor
, Ciudad Juárez, en una veintena de camiones y decenas de vehículos que se fueron integrando. La caravana no es la misma que inició la travesía, ahora carga la impotencia, el dolor y el hartazgo de una sociedad que le entrega su confianza.
Esta guerra es una estupidez y no es nuestra
, dice Marta López, originaria de la capital de Chihuahua, y a ella se une el sentir de quienes salieron al paso de la caravana en Camargo. En esta ciudad no estaba preparado ningún acto pero, como ocurrió en otros puntos sobre la carretera, las familias salieron a interceptar el convoy, a saludar a Javier Sicilia y a demandar justicia para sus muertos y desaparecidos. El entusiasmo va de la mano de la expectativa. Pensamos que nos van a escuchar y que vamos a lograr parar esta guerra
, dice Gloria Aguilera, quien llora a sus tres desaparecidos: su esposo y dos hijos. La esperanza, aclara, no está en el gobierno, sino en la fuerza de la movilización.
Los temas centrales con los que llega la caravana a Ciudad Juárez son la exigencia de la desmilitarización del país y el asunto aún no resuelto de la negociación con el gobierno. Ciudad Juárez sigue su propia lógica y agenda. “Lo que pasa –señala una activista del Frente Plural Ciudadano de Ciudad Juárez– es que aquí ya fuimos y ya venimos de regreso. Ya pasamos por el duelo, las protestas, los cantos, los rezos, las veladoras, la exigencia de que los gobiernos nos escuchen. Juárez ya lloró, ya rezó, y nos encontramos en otro momento, en el de la organización, la articulación y la reflexión de los siguientes pasos”.
La condena al gobierno de Felipe Calderón es unánime, como el miedo a manifestarse. Algunos, sin embargo, sienten que ya no tienen nada que perder. En Durango, una madre a quien le han matado tres hijos, grita: Si un día amanezco muerta, gracias, porque voy con mis hijos
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