Encuesta revela que 59 por ciento desaprueba el manejo de Obama de la crisis financiera
Los aspirantes, en busca de fondos para lo que se prevé será la contienda más cara de la historia
Miércoles 8 de junio de 2011, p. 26
Nueva York, 7 de junio. Aunque en tiempos políticos falta una eternidad para la elección general de 2012, el arranque de la contienda tiene señales ominosas para Barack Obama, quien tal vez cuenta con una sola ventaja por ahora: la mediocridad de sus potenciales adversarios para ocupar la Casa Blanca.
Año y medio antes de los comicios presidenciales de noviembre de 2012, el presidente y los aspirantes republicanos ya están encarrilados recaudando fondos en lo que todos pronostican será la elección más cara de la historia.
Pero todos entienden que el tema de la economía, casi más que cualquier otro, determinará el resultado. Siempre ha sido el caso. El estratega electoral James Carville colocó sobre su escritorio un lema: es la economía, estúpido
para recordarlo él mismo y todo su equipo, y con ello llevar a su candidato, Bill Clinton, al triunfo.
Pero para Obama, la economía, por ahora, no ofrece ventaja como tema electoral. De hecho, podría ser el punto que lo lleve a la derrota. La economía va de mal en peor, y eso, para un presidente que busca la relección, es una pesadilla. Un 89 por ciento de estadunidenses opina que la economía está en malas condiciones; 57 por ciento no creen que haya empezado una recuperación, según una encuesta del Washington Post/ABC News difundida hoy. También registra que 66 por ciento cree que Estados Unidos se mueve por un carril seriamente equivocado.
Pierde la aprobación que ganó con la muerte de Bin Laden
Los efectos políticos de estas percepciones se registran en la misma encuesta que revela que 59 por ciento –el nivel más alto de su presidencia– desaprueba el manejo de la política económica de Obama. De hecho, ante la creciente frustración por la situación económica, se esfumó el incremento de aprobación gozado por Obama después del asesinato de Osama Bin Laden. Ahora, esa tasa de aprobación se desplomó de 56 a 47 por ciento, y un índice de 49 por ciento que desaprueba su gestión.
Analistas señalan que con un desempleo persistente (oficialmente de 9.1 por ciento, pero expertos indican que si se incluye a los que ya abandonaron la búsqueda de chamba, es más bien de 17 por ciento) altos precios de alimentos y gasolina, con un desplome más en valores de vivienda, es difícil convencer al electorado –como ha intentado una y otra vez Obama– de que sus políticas están funcionando.
Hoy el presidente comentó que reconoce las frustraciones de la gente y que le preocupa que la recuperación en que estamos no está generando empleos tan rápido como quisiera
. Dijo que es importante recordar qué tan cerca llegamos a un desastre completo
por el golpe severo a la economía global de la crisis de hace dos años y medio. O sea, argumentó que sus políticas funcionan, ya que han logrado evitar peores consecuencias. Estamos en el camino de una recuperación, pero se tiene que acelerar
, insistió.
Mientras tanto, todos los aspirantes republicanos a la Casa Blanca atacan al presidente por el flanco de la economía, y afirman que sus políticas han fracasado. Sin embargo, el elenco –hasta la fecha–, de 10 precandidatos presidenciales republicanos, no ha logrado inspirar ni a las propias bases de su partido. Entre ellos figuran Mitt Romney (el favorito hoy día), Newt Gingrich, Ron Paul, Sarah Pallin y Rick Santorum, todos los cuales desean aglutinar el apoyo de tantos republicanos tradicionales como las fuerzas mas dinámicas del movimiento populista de derecha Tea Party pero, por ahora, ninguno se ha destacado.
Hoy, uno de ellos, el ex gobernador Tim Pawlenty, condenó las políticas económicas de Obama por fracasar, acusó al presidente de ser un campeón en la práctica de guerra de clases
, y propuso una reducción drástica en las tasas de impuestos sobre las empresas.
Aunque el punto de ataque de los republicanos contra Obama es la política económica, en encuestas recientes abrumadoras mayorías han manifestado no sólo su desaprobación del manejo económico del presidente, sino también la labor de los republicanos. De hecho, lo más notable es la desaprobación popular de la cúpula política de ambos partidos.
Tal vez lo que más favorece a Obama es que, por ahora, no enfrenta a ningún político que genere entusiasmo y represente una amenaza. Pero a la vez, las bases de apoyo del propio presidente están, igual, cada vez, menos entusiasmadas con él.